Por un momento Isabella pensó que la estaba echando a ella, estaba a punto de correr hacia la habitación cuando la voz gruesa del lobo la llamó
— Ven aquí
La luna dudó un poco pero al final caminó hacía el escritorio de su Alfa, el no parecía estar de muy buen humor que digamos
— ¿Qué... qué vas a hacerme? — Isabella sintió como las fuertes manos de Luciano la tomaban de la cintura para sentarse la en las piernas
— ¿Te has dado cuenta como bajaste vestida? ¿por qué estás por la mansión mostrando lo que es solo mío? ¿quieres hacerme enfadar a propósito? — rugió bajó el Alfa mientras pasaba sus gruesos labios por el cuello de Isabella
— No, yo... no me dí cuenta, me siento un poco mareada, tengo mucha hambre, el estómago me está doliendo — Isabella se deshacía en explicaciones
Luciano se sintió mal consigo mismo, había agotado a esta mujer hasta su límite y no había procurado que se alimentará apropiadamente
— Lo siento, he sido poco considerado, no volverá a pasar, vamos, te llevaré al