Capítulo 58. Verdad tergiversada.

Cuando los oficiales lo escucharon lo miraron con incredulidad, como si no pudieran creer que alguien se atreviera a entregarse tan fácilmente. Pero después de unos segundos de silencio, uno de los oficiales tomó las esposas y se acercó a Aníbal.

―¿Estás seguro de esto, hijo? ―preguntó el oficial mientras le colocaba las esposas.

―Sí, estoy seguro ―respondió Aníbal con decisión.

Su padre observaba con una mezcla de orgullo, aunque le pareció también ver una mezcla de preocupación al mismo tiempo.

Aníbal lo observó, pero no le dijo nada, solo esperaba que todo saliera bien, enseguida los agentes policiales comenzaron a guiarlo hacia la salida por los pasillos del centro médico, mientras lo llevaban la gente iba saliendo y se aglomeraba para observarlo.

No supo cómo, pero enseguida cuando llegaron a la puerta principal del hospital, estaba reunido un montón de gente gritándole.

“¡Violador!”

“¡Todo el peso de la ley para él!”

“¡Es un desgraciado, merece lo peor!”

Aníbal tragó saliva, s
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