Extra 4. Salomón y Julieth. Un amigo celoso.

Al día siguiente Salomón estaba ansioso, porque ya eran más de las ocho de la mañana y Julieth no lo había llamado, ni en la noche, ni en la mañana, cuando siempre lo hacía de seis a siete, antes algunas veces se había molestado con ella, diciéndole que lo dejara dormir, pero ese día que por primera vez no lo hacía lo tenía de mal humor, confundido.

Bajo al comedor y allí estaban sus padres desayunando, lo vieron sentarse serio y con una actitud hostil.

—Buen día a todos.

—Buen día, ¿Qué te ocurre hijo? ¿Parece que te tragó un ogro? —bromeó su madre.

—No me pasa nada, solo amanecí de mal humor.

Por un momento Erika y Julián se miraron a los rostros y una leve sonrisa se dibujó en ellos.

Salomón estaba tan inquieto que marcó el número de Julieth, después de varios repiques por fin le atendió la llamada.

—¿Dónde estabas metida? ¿Por qué no me atendías las llamadas? Tampoco me llamaste a primera hora del día —cada palabra que salía de su boca era un reclamo.

Sus padres se dieron cuenta
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