—Quiero que te quedes aquí conmigo por un tiempo, no te conozco en lo absoluto. Tu tía Lizzie fue la única mujer que he amado y te prometo por ella que no te haré daño— Musitó el hombre mientras desataba a la joven.
—¿Qué tienen que ver tus sentimientos hacia mi tía con tenerme aquí en contra de mi voluntad? —Preguntó la joven confundida.
—Sé que no lo justifica y que puede parecer una locura… Pero por mucho tiempo pensé que tenía una hija a la cual me habían arrebatado injustamente y ahora simplemente no quiero quedarme con ese vacío en mi vida. Quiero que me consideres como tu padrino, como ese padre que quizá nunca tuviste. Yo puedo protegerte, puedo darte lo que siempre has deseado— Explicó el hombre con su voz profunda la cual hacía que su acento fuese más aterrador para Alice.
El hombre se alejó de ella mientras comprobaba la hora en su reloj y luego se volteó hacia ella y le sonrió inesperadamente.
—Se acerca la hora de cenar, le pediré a mis hombres que te lleven a tu habitació