El cuerpo de Gabriel era cálido contra el suyo y su respiración estaba calmada, ajena al infierno que se desataba dentro de Samuel. Pero él no podía moverse. No podía respirar.
"¿Pensaste que unos cuantos besos y caricias podrían borrar mi control sobre ti?" La voz de Alfa era un veneno goteando en su mente, corroyendo cada uno de sus pensamientos. "Soy parte de ti ahora, Samuel. Cada latido de tu corazón, cada gota de sangre... me pertenece. Mantén tus ojos abiertos porque lo único que tenemos seguro en esta vida, es que vamos a morir y lamento informarte que debiste buscar mi cuerpo… Podrías sorprenderte."
Esa declaración lo dejó sin palabras y de inmediato sintió un espasmo repentino que le recorrió el brazo. Sus dedos se cerraron involuntariamente, clavándose las uñas en la palma de su mano hasta dibujar media luna rojas.
—No... —La palabra le salió entre dientes de forma automática, pero apenas eran un susurro.
Gabriel se removió, soñoliento, buscando con su mano el pecho de S