Una mañana, Isabella se despierta en la cama de un desconocido, sin recordar cómo llegó ahí. El hombre a su lado, Alexander, resulta ser un atractivo heredero de una familia poderosa, pero también con un lado oscuro: su abuelo le ha legado un negocio ilícito, pero solo con la condición de que se case y tenga un hijo para estabilizar su vida. Alexander es un hombre joven acostumbrado a los placeres que la vida y el dinero puede ofrecer, él ya ha fracasado en dos intentos previos de matrimonio, así que en un último intento desesperado decide que Isabella será su esposa, así no cuente con el consentimiento de ella. Para Isabella, el mundo de Alexander es tan aterrador como fascinante. A medida que Alexander se enfrenta a sus propios desafíos personales, comienza a desarrollar sentimientos genuinos por Isabella mientras descubre sus virtudes y es cautivado por su dulzura. Sin embargo, el peligro está siempre presente, alimentado por los celos de sus primos, quienes han saboteado sus matrimonios anteriores para quedarse con el legado familiar. Poco a poco Isabella descubre que a pesar de las apariencias, el hombre con el cual está casada, no es el ser aterrador que creýo en un inicio y se deja seducir por esos ojos color miel, esa piel ligeramente bronceada, pero sobretodo, por esa sensación de protección que la hace sentirse parte de algo. Deben superar muchas situaciones de peligro y que finalmente Isabella acepte que está ahora con él por amor y no por obligación.
Ler maisNo recordaba que mi cama fuera tan cómoda ni que mis sábanas fueran tan suaves. Mi cuerpo se siente especialmente relajado, así que me niego a salir de la cama para alargar esta agradable sensación. Giro para descansar boca abajo, pero al sentir un cuerpo cálido a mi lado, abro los ojos de golpe.
Nunca había dormido con alguien, así que parece que la virginidad de la que estaba tan orgullosa se esfumó anoche y ni siquiera sé cómo terminé aquí y así con este hombre. ¿cómo es posible perder la virginidad y no recordarlo? ¿siquiera lo disfruté? Frunzo el ceño y me regaño mentalmente, pues no debería estar pensando en eso.
Lo importante es saber cómo terminé en esta situación, no si tener sexo es tan bueno como todos dicen. Lo último que recuerdo es que me arreglé para ir a una discoteca con mis compañeros de facultad y que la estaba pasando bien.
¡Oh, por Dios! Siento que voy a entrar en pánico, voltéo a ver al hombre a mi lado y nuevas preguntas llegan a mi mente ¿Usamos preservativo? Espero que sí, no quiero una enfermedad de transmisión sexual ni un embarazo.
Me siento en la cama suavemente tratando de no despertar al atractivo desconocido de labios tentadores y abdominales perfectos.
Mis pies tocan la suave alfombra de la habitación mientras busco desesperadamente mi ropa con la vista. No estoy desnuda, pero no puedo considerar ropa a las prendas que llevo puestas. Es una bata corta de tirantes, de seda blanca, y debajo no hay nada más. Ya me revisé.
Mi ropa no está aquí, pero sobre el respaldo de una silla hay un hermoso vestido blanco de novia, zapatos altos blancos y, en el tocador de madera, un velo. Observo con extrañeza esos objetos tan específicos y alzo la mano derecha para mirarla de cerca. En el dedo anular hay un hermoso anillo con una piedra preciosa que parece gritar "sortija de matrimonio".
No tenía la manicura hecha la última vez que me ví, menos he tenido una tan perfecta en la vida.
Camino sigilosamente hacia la puerta que supongo lleva al baño y, una vez adentro, observo mi reflejo en el espejo y sonrío.
—Estoy soñando, no hay otra explicación —me digo en voz baja, mientras refresco mi rostro.
La lista de cosas absurdas desde que desperté es larga. Además de que no siento molestias en mi parte íntima, así que, aunque esté casada, el matrimonio no parece haber sido consumado. El hombre en esa cama parece salido de una revista de modas, no lo imagino conteniéndose para no tener sexo, un hombre así podría tener sexo con la modelo que quisiera, yo no estaría entre sus opciones.
Cepillo mis dientes con el cepillo rosado que encuentro junto al lavamanos y luego tomo un peine para organizar mi cabello. No creo que importe mucho en un sueño, pero, aun así, no puedo evitar tratar de ordenarme antes de regresar a la cama con el hombre que allí descansa. Me recuesto contra el marco de la puerta del baño y observo el lugar con cuidado, tratando de grabar la mayor cantidad de detalles posibles, antes de despertar.
Había escuchado de sueños húmedos, pero nunca había tenido uno. Siempre pensé que empezaban con plena acción, pero parece que mi mente es meticulosa y extrajo de alguna revista o programa de televisión esta habitación perfecta y al hombre atractivo que yace en la cama.
—Bueno, Isabella, si este es un sueño, más te vale aprovecharlo antes de que despiertes. ¡No seas tonta! —me digo en voz baja, aunque con dos emociones opuestas: me divierte la situación, pero también estoy extrañamente nerviosa por lo que voy a hacer.
Subo a la cama y me acuesto al lado de este hombre. Está recostado de lado, así que me coloco en la misma posición y observo sus rasgos con detenimiento. Sin duda, es alto y debe hacer mucho ejercicio a juzgar por su cuerpo bien trabajado. No puede ser solo genética.
Me regaño mentalmente por ese último pensamiento. Si el hombre es producto de mi imaginación, nada tiene que ver la genética; felicito entonces a mi imaginación por el excelente trabajo realizado. Levanto la mano con la sortija y delineo su rostro suavemente con la yema de mis dedos. Su piel bronceada es cálida y agradable al tacto. Paso mis dedos por su cabello y sus ojos se abren lentamente.
Quedo completamente estática y contengo la respiración cuando sus ojos color miel se clavan en los míos. Mi corazón se acelera como si fuera una niña a la que han descubierto haciendo travesuras. Me repito mentalmente que esto es un sueño y sonrío por lo tonta que soy al olvidarlo tan rápido, pero en mi defensa debo decir que se siente tan real.
—Buen día, esposa mía —me dice el hombre con mirada curiosa.
Le sonrío suavemente.
—Tienes una linda voz —digo, reconociendo lo profunda y agradable que se oye—. Buen día, marido con quien sueño.
Él también sonríe.
—¿Soy un sueño? ¿Estás segura? —me pregunta, y vuelvo a sonreír, recordándome que estoy en un sueño y al darme cuenta de que según parece, mi marido de ensueño me quiere hacer una broma.
Mis dedos vuelven a acariciar su cabello y luego bajan a su rostro para delinear su mandíbula, hasta llegar a sus labios. Él muerde ligeramente mi dedo y lo retiro, extrañada por lo real que se siente todo.
—Creo que deberías aprovechar para besarme antes de que te despiertes —dice el hombre de mis sueños con un gesto más divertido que antes.
No puedo negar que eso está en mis planes, pero estaba reuniendo coraje para hacerlo. Mi mente definitivamente hizo un excelente trabajo con la creación de este hombre, hasta le creó una personalidad fuerte, sin llegar a ser bruzco, me encanta.
Acerco mi rostro al suyo y cierro los ojos poco antes de que nuestros labios se encuentren en un beso suave y tentador. Mis manos terminan apoyadas en su pecho mientras su brazo rodea mi cintura y me acerca por completo a él.
—¿Sigo pareciéndote un sueño? —susurra a escaso espacio de mis labios.
—¿Qué otra cosa podrías ser? —pregunto siguiendole el juego a la divertida y excitante fantasía que estoy disfrutando.
Su ronrisa vuelve a surcar su hermoso rostro de hombre y creo que me humedecí. Apartir de aquí, según yo, era que debía iniciar un sueño húmedo.
Hacía muchos años que no sentía que éramos realmente una familia. Estábamos en el apartamento de Noah, bebiendo, hablando y poniéndonos al día. Aquella reunión parecía un confesionario donde nos dijimos lo tontos que habíamos sido y cuánto nos arrepentíamos de distintas cosas. Ya nos hemos perdonado mucho.Al final, solo quedamos en pie Noah, Sebastián y yo, así que volví a tomar la palabra. Mi intervención fue especialmente larga; tenía mucho que decir, y el licor suavizó la salida de todo lo que tenía atravesado entre pecho y espalda.—La vida es demasiado compleja —dijo Noah—. En un momento me siento el dueño del mundo: tengo a la mujer que amo, voy a ser padre y luego, ¡puf! —acompañó ese último sonido con un movimiento de manos—. Hola soledad, bienvenida nostalgia.Entendí su punto. Así me siento con Isabella: como el hombre más afortunado del mundo, como el dueño del diamante que más brilla. Y hace dos días, alguien lo había robado de mis manos. Casi enloquecí. Ahora veo a Noah y
Después de un rato de conversación amena entre las tres, la señora Enola decide que ya es muy tarde para seguir despierta. Así que toma a la pequeña y la lleva a su habitación, permitiendo que Sophia y yo podamos hablar a nuestras anchas, sin preocuparnos por el ruido que podríamos hacer y despertar a la bebé.Realmente agradecemos ese gesto, porque aunque nos cae muy bien esta mujer, todavía no somos capaces de hablar con total libertad en su presencia.—Ahora sí, habla —dice Sophia, cambiando el tono cordial que usa cuando hay terceros presentes—. Has pasado casi dos días sin tocar el celular ni mirar ninguna red social, y no te atrevas a decirme que no pasa nada, porque eso no es normal.Ella es así, no muestra su verdadera personalidad a todo el mundo; solo unas pocas personas tenemos el privilegio de conocer su lado menos encantador. Cierro los ojos y cubro mi rostro con una mano, buscando reunir valor para contarle lo sucedido. Intenté por todos los medios que mi relato fuera lo
Solo estaba pensando en mí y en el rollo moral que asumí en la vida, juzgando y dando por hecho que el bien y el mal están divididos por una línea clara y bien definida. Desde que estoy con Alexander, me doy cuenta de que eso no es así. En este punto de la vida, si Alexander solo hubiera tomado sus cosas y escapado conmigo, muchas personas se habrían quedado y sufrido las consecuencias, entre ellas posiblemente esa inocente bebé.No conozco a Noah, pero hasta donde sé, él tuvo el valor y la firme intención de salir de este tipo de vida y, aparentemente, lo había conseguido. Sin embargo, eso solo fue posible porque Sebastián y ahora Alexander estaban haciendo todo lo posible por mantenerlo a salvo junto con su hija. Escapar y llevar una vida totalmente recta con el hombre que amo no es posible en este momento.Solo caigo en cuenta de su lucha cuando menciona el funeral de Mía. Yo tampoco podría abandonar a mi familia en un momento así.—Claro que sí, debemos ir. ¿A qué hora partimos?E
Ya estoy camino a recoger a Isabella, pero no me contesta las llamadas. Hablo con mi tío para confirmar que todos están bien.—Está bien físicamente, pero no ha querido salir de esa habitación desde que la dejaste esta mañana. Enola está con ella, tratando de calmarla y hacerla entrar en razón, pero por ahora no lo ha conseguido. Prepárate, porque cuando llegues, no te espera un buen panorama.Temía eso, pero no importa; no la voy a perder, no puedo perderla después de todo lo que he hecho. El regreso se me ha hecho absurdamente largo, pero finalmente he llegado a la ciudad. Mi celular pita como loco, anunciando la entrada de correos, llamadas perdidas y mensajes de diferentes aplicaciones, pero no les presto atención. El mundo volverá a girar para mí una vez que tenga a Isabella en mis brazos y ella esté calmada.No estoy seguro de cómo lo haré, pero lo haré. El vehículo se detiene en un semáforo, y desde la ventana alcanzo a ver pequeños puestos de flores en medio de un parque. Pido
—¿Socio? —pregunté con sorpresa.—¿Prefieres el término colaborador? Mejor guarda la caja para que podamos ir al establo —dice, deteniéndose en seco y volteando a verme.Miro la caja en mis manos y de pronto recuerdo la cantidad tan obscena de dinero que contiene cada una. No hay forma en que los Williams puedan recuperarse de semejante pérdida, y mucho menos continuar con el ritmo de vida al que están acostumbrados si sus cuentas legales siguen congeladas.—¿Sabes cuánto dinero había en total?Sonríe de manera despreocupada al contestar:—Mucho más de lo que creí que encontraría. Ese dinero no solo debe ser por este "trabajo". Estoy seguro de que gran parte son sobornos por favores políticos. El poder que puede llegar a tener un político es aterrador.Concuerdo con eso. Dejo la caja dentro del armario de mi habitación y vuelvo con Richard. Antes de salir de la casa, miro el cielo despejado a través de la puerta corrediza de vidrio y me preparo mentalmente para salir del aire acondici
—Ahora entiendo por qué este es el lugar feliz de Sebastián —dice Richard, llevándose una uva a la boca—. Cuando me explicó sus motivos, pensé que estaba sobrevalorando todo, pero ahora veo que la lejanía y la paz son muy convenientes.El jet nos trajo a la hacienda de mi familia. Aparentemente, Sebastián le dio todas las indicaciones necesarias a Richard, incluyendo que no le gusta que los hombres circulen dentro de la casa a menos que sea estrictamente necesario. Afortunadamente, Richard ya había llenado la alacena y, una vez que las cajas fueron dejadas en la mitad de la sala, lo siguiente en la lista era comer.—Este lugar es hermoso, pero sobre todo el espacio que creó bajo las caballerizas; es casi inspirador. Haré algo parecido en la mía, ya lo he decidido.Sonrío ante el comentario mientras dejo mi vaso de jugo vacío sobre la mesa.—¿Su lugar feliz? No sabía que Sebastián necesitara uno —confieso.—No parece que convivas mucho con tus primos. Además, todos los hombres necesitam
Último capítulo