Consejos de un experto en materia de seducción

Miguel despierta con la alarma, por poco y no la escucha, viéndose con el tiempo justo para levantarse y llevar el coche de su jefe al auto lavado. Debía estar antes de las 10:00 de la mañana en la mansión Hanks.

Mientras conduce, llega a su mente, el recuerdo de aquella sonrisa cautivante y seductora de la mujer del bar. Emocionado, evoca en su mente la noche anterior en que la conoció.

Llegando al auto lavado piensa que debe ser astuto para no ser descubierto; aquella mentira había funcionado. Pero así como le había funcionado en ese momento, también podría tenerla en contra en un futuro, lo mejor era llevarlo con calma y darse a desear por parte de la chica.

Luego de salir del auto lavado, retorna a la mansión de su jefe. Saluda a Margaret, quién le indica que su James le espera en su despacho. Toca la puerta y espera el acceso por parte de él, pasa y se queda a la espera de la orden de ese día.

—Miguel, buenos días —saluda James Hanks, el aludido lo mira con el ceño fruncido, pocas veces su jefe se encuentra de buen humor, y eso solo tiene dos motivos: negocios o mujeres—. En una hora partimos al Club, debo concretar negocios y luego me llevas a The Dominick Hotel.

Miguel asiente sorprendido. Ahora entiende el buen humor del pretencioso James Hanks. Sale del despacho y va la lujosa cocina donde está Margaret hablando con Hermes, este último lo ve y le hace un movimiento con la cabeza, a modo de saludo, Margaret se acerca y le pregunta:

—¿Un café?

«¿Acaso estoy en un universo paralelo?» Piensa para sus adentros.

—Sí, por favor —dice con absoluto respeto hacia la empleada. Para Miguel, ellos tres, solo tuvieron mala suerte al no desenvolverse en el ámbito de su estudio.

Margaret le sirve el café y el hombre lo agradece. Hermes lo integra a la conversación, allí Miguel se percata de las miradas nada disimuladas entre ellos y piensa, que en cuanto lo sepa James, uno de los dos terminará en la calle. Por su boca no piensa salir nada, pero no está demás, avisarle a Margaret que sean un poco más disimulados antes de que llegue a los oídos de su jefe.

Saca su móvil del bolsillo delantero izquierdo de su pantalón negro. Lo revisa, busca el número de contacto de ella, a quien ya registró como Sugar Mommy. Se ve tentado a escribirle y lo termina haciendo, para romper el hielo le escribe al jocoso.

James Hanks: Hola, ¿te llamas G****e? Porque tienes todo lo que necesito.

Ana Isabel está en su loft, acostada revisando su Firebook cuando recibe la notificación de un mensaje, pega un grito emocionada al ver que es el hombre guapo de la noche anterior, abre el chat y una sonrisa divertida se dibuja en su rostro.

Típica frase para romper el hielo, pero a ella le sacó una sonrisa y alegró la mañana. En esa tónica, le responde.

A Miguel le vibra el móvil que dejó en la isla de la cocina, sonríe al leer su nickname en la pantalla. Lo desbloquea bajo la atenta mirada de sus compañeros de trabajo, quienes lo miran con el ceño fruncido.

Abril Rowling: Si pudiera tener un superpoder ahora mismo, querría el de ser capaz de decirte las ganas que tengo de quedar contigo.

Sin poder evitarlo una carcajada escala de sus labios.

—¿Ahora los teléfonos hacen cosquillas? —pregunta Margaret curiosa.

—Lo mismo puedo decir de ti —revira y le dedica una mirada acusatoria a ella y Hermes, los dos abren los ojos como platos, entiendo tácitamente, lo que quiere decir el chofer.

Miguel baja la vista al móvil, su cerebro trabaja a mil, para saber qué responderle. Estaba visto que ambos estuvieron metidos en páginas de G****e buscando piropos jocosos.

James Hanks: ¿Y quién dice que no podemos quedar?

Abril Rowling: No sé, dímelo tú.

Responde en referencia al primer mensaje.

Miguel está por responderle, pero al ver la hora sale escopetado a la entrada para encender el auto, su jefe no debe tardar nada en salir. Le envía un mensaje rápido prometiéndole escribirle dentro de unas horas.

James Hanks se sube al auto y sin necesidad de repetirle la orden ya Miguel sabe a dónde debe dirigirse, arranca el auto en dirección al Club donde su jefe juega golf y concreta negocios.

Veinte minutos después llega la imponente fachada del club que grita lujo, por todos lados. Se estaciona y su jefe entra como el millonario que es, Miguel va varios pasos detrás de la figura de James. En una especie de sala están sentadas varias mujeres que voltean a ver a su jefe, él ni las topa y sigue caminando hasta llegar al inicio de la pista de Golf.

«Los ricos y sus cosas». Voltea los ojos. Le espera unas buenas horas parado allí.

James se acerca a los hombres que le esperan rodeados de sus complacientes esposas, quienes esperan sentadas de forma circular alrededor de una mesa. Los saluda y le da una sonrisa ladeada a una de ellas, nadie se percata de su gesto hacia aquella mujer en específico, nadie a excepción de Miguel, quién está pendiente de cada uno de los movimientos de su jefe para imitarle en lo que tenga la oportunidad.

Miguel se mantiene a unos metros de los hombres, escucha la conversación, quienes hablan de un nuevo vehículo que está por ser lanzado al mercado, su jefe como el tiburón que es en los negocios, llama la atención de sus compañeros y les explica porque es buena idea invertir en el vehículo y las ganancias a recibir. Los hombres siguen hablando, pero esta vez de vinos, uno de ellos, es el dueño de una empresa vinícola posicionada no solo a nivel nacional, sino internacional.

Miguel presta atención de todo lo que van hablando, y haciendo notas mentales para investigar más. Aprovechando que su jefe se encuentra acompañado, se aleja un par de metros para investigar sobre el golf, sorprendiéndose por la cantidad de palos existen en ese deporte. Toma una foto del paisaje para mandársela a Abril, pero niega.

Mejor le hace una vídeo llamada, quiere verla, y que ella vea donde se encuentra, así no tiene ninguna duda de quién es él. Le marca esperando que responda la vídeo llamada y no sucede nada. Mira el móvil con el ceño fruncido.

Ana Isabel sigue acostada en su cama, su móvil le indica de una vídeo llamada y abre los ojos como platos al ver que James la está llamando. Mira a su alrededor, las paredes de ladrillo se burlan de ella.

—No puedo responder aquí, sabría que le mentí —murmura angustiada.

Ve como se apaga la pantalla del móvil, pero en segundos vuelve a encender.

—Joder, ¿Qué hago? —se levanta de la cama y camina de un lado a otro—. Piensa Ana Isabel, piensa.

Su cerebro se ilumina al pasarle una idea, no tan creíble, pero en ese momento vale todo.

Abril Rowling: En este momento, no puedo atenderte por videollamada, estoy en una actividad de beneficencia, ya sabes parte del día a día. Lo siento, guapo

¿Guapo?

Es muy tarde para retractarse, porque ya el hombre ha visto el mensaje, quiere gritar. La respuesta le llega enseguida, una foto de un campo de Golf, su boca se abre sorprendida.

—Wow, cuando Lauren lo vea se va a morir.

James Hanks: ¿Me aceptarías una cita?

Abril Rowling: ¿Con piropos incluidos?

James Hanks: No lo dudes, preciosa.

Las mejillas de Ana, se tiñen de rosa. Una sonrisa soñadora se dibuja en su rostro. Espera varios minutos para terminar respondiéndole.

Abril Rowling: Acepto. Solo dime, cuándo, cómo y dónde.

Miguel capta el doble sentido de sus palabras. Piensa rápidamente, donde llevarla. En ese momento económicamente no se encontraba bien, no después de que Mariah se quedó con su paga, un mal sabor se le instala en pensar en su antigua pareja. Desecha la imagen de la mujer que estuvo enamorado, ella sólo lo utilizó y jugó con sus sentimientos.

Recordando algo de lo visto en el tutorial, piensa en hacerle un picnic, necesitaría una cesta, mantas, vino, copas, comida, postre y el lugar. Debe sorprenderla, dejarla con la boca abierta, pero económicamente no puede llevarla a un lujoso restaurant.

—Tiene que ser romántico. —se dice a sí mismo.

Piensa en preguntarle a su jefe para que le indique un sitio donde pueda llevar a su conquista, pero niega, no le conviene siquiera que James sepa que anda detrás de una mujer. Ya su jefe sabe, el lío amoroso que tuvo con su expareja.

Responde el chat…

James Hanks: Plantearé algo, en cuánto tenga todo listo, te aviso y paso por ti.

Miguel se fija que está lejos de su jefe, y vuelve al punto donde estaba antes de alejarse tanto, las mujeres miran embelesadas a los hombres, y éstos hacen uso de sus atributos. Terminan la partida de golf se despide de ellos, demorando unos segundos más, en el oído de la rubia, la esposa del magnate de vinos.

«Vaya, Vaya». Miguel se muerde la cara interna de sus mejillas, para no dejar escapar la risa. Sin necesidad que James le haga señas, sale del club en dirección al auto. Varios minutos después su jefe entra, y murmura.

—Discreción, Miguel.

El aludido asiente, manteniendo el contacto visual con su jefe por el espejo retrovisor.

—Esperaremos unos minutos, y luego cuando suba la mujer, nos llevas a The Dominick Hotel —ordena abrochándose los botones de los puños que tenía desabrochados —. Yo te aviso cuando pases recogiéndonos.

—Entendido señor.

Miguel ve a la silueta de la mujer, siendo la misma con la que su jefe estuvo coqueteando frente a todos, sin ellos percatarse.

«¿Qué dirá aquel ricachón cuando se entere que James Hanks se come a su mujer?».

—A las mujeres, Miguel les encanta que las mimes y le des grandes detalles, al principio cuando deseas conseguir algo, debes hacerlo. Luego, que las tengas comiendo en la palma de tu mano, serán ellas quienes terminen buscándote. Fíjate en mí. Lorena es casada y aún así nos divertimos.

Miguel se queda pensativo, la idea del picnic por lo que acaba de decirle su jefe, no era la mejor de todas, si deseaba conquistar a Abril Rowling debía sorprenderla con lujos. ¿Ahora que haría para conquistarla?

—El próximo fin de semana, su marido estará de viaje y ella y yo nos divertiremos en su lujoso pent house. Esa sábado te daré la noche libre pero esperarás cualquiera de mis órdenes. —Miguel asintió.

La elegante rubia subió al auto y James la recibió con un apasionado beso.

—Al Dominik, por favor —le ordenó James, y Miguel condujo pensativo.

Aquellas palabras de su jefe acababan de darle la respuesta, y un ingenioso plan vino a su mente, debía escuchar el consejo de aquel experto en materia de seducción…

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