—No lo sé, no pude entrar ¡entré en pánico! —digo devorando una empanada de queso luego de haber parado en este lugar en medio del camino con Andrés.

—Te entiendo, no me imagino lo incomodo que es, apenas le ves la cara y ya quiere enseñarte a toda su familia cuando ni siquiera asimilas bien que se ha aparecido en tu vida —comenta Andrés, devorando su empanada de queso tan enojado como yo.

—¡Gracias! pero es que también me siento inmadura, tal vez solo debí respirar profundo y entrar, comportarme como la adulta que soy y dejar todo este drama atrás.

—¡Pero Rebecca! ¿que estás diciendo? si no quieres entrar simplemente no entras, si te quieres ir, te vas, no hay que estar siendo empaticos todo el tiempo, no siempre debes de ver todas las caras de la moneda, solo enfocate en ti ¿que sientes tu?

—Qué debo entrar, debo resolver este conflicto. Me siento como una cobarde —muerdo el último pedazo de mi empanada y sonrío—, si hubieras sido tu ahí, con otra chica de seguro que no lo