Durante la cena, Claus se levantó y se dirigió al baño y aprovechó para llamar al mayordomo y preguntar si Estrella ya había llegado a casa.
El mayordomo respondió de inmediato:
—Señor, la señorita todavía está en la preparatoria estudiando para sus exámenes.
Claus frunció un poco el ceño y preguntó:
—Ya es muy tarde. ¿Todavía no ha regresado a casa?
El mayordomo echó un vistazo al reloj y contestó:
—¿Todavía falta media hora? Por lo general, el chofer va a recogerla dos horas más tarde de lo habitual.
Claus respondió brevemente para mostrar que entendió y luego colgó el teléfono. En su mente surgía una idea un tanto “ridícula”: desde el primer momento en que vio a la “señorita Galve”, tuvo la sensación de que era Estrella. Sin embargo, no podía confirmarlo ni atreverse a ponerla a prueba fácilmente, pues temía que, si Estrella se daba cuenta de sus sospechas, se alejaría para siempre. Sabía que Estrella tenía grandes secretos, pero decidió no investigarlos, ya que no podría sop