Por lo general, Claus estaba acostumbrado a comer comidas ligeras. Sin embargo, todos los platos que había pedido eran picantes. Normalmente, personas como Claus debían prestar mucha atención a su propia salud, y su comportamiento de hoy no correspondía a esta norma, lo que sorprendió a Estrella. Al mismo tiempo, sospechaba que era una prueba de Claus. Nerviosa, la señorita Galve hizo esta pregunta.
Si Claus no sospechaba de ella, a él no le importaría una pregunta así, solo la consideraría como una charla normal.
No obstante, al escuchar la pregunta, Claus se sorprendió un poco y mostró una sonrisa suave, mientras decía:
—Lo siento. Me he acostumbrado a pedir los favoritos platos de mi prometida. Si no le agradan, podemos cambiarlos.
No sabía por qué, Estrella sentía alegría en su corazón. Dado que Claus también estaba presente, se contuvo y no mostró ninguna expresión inusual, solo respondió “tranquilamente”:
—Está bien. También puedo comer estos platos, no necesita cambiarlos.