Yael llamó personalmente a Claus para informarle sobre la situación. Al principio, Claus no lo creyó y preguntó:
—Señor, ¿puedo confiar en lo que me está diciendo?
—Claro, señor Burgos. Ahora colaboramos como socios y no tengo motivo para engañarte. Además, tienes sus propias fuentes de información, puede verificarlo por sí mismo —respondió Yael simplemente.
Sabía que el resultado de su propia investigación sería más confiable que sus palabras. Claus debía entender tenía intención de engañarlo.
—Muchas gracias, señor Huerta —agradeció Claus sinceramente.
Siempre tenía una buena actitud hacia aquellos que le trataban con franqueza. Además, las informaciones proporcionadas por Yael siempre eran de gran utilidad y le habían ayudado mucho.
—No tienes por qué agradecer. Después de todo, ahora estamos en el mismo equipo. Solo espero que no haya problemas por tu parte —dijo Yael y luego colgó el teléfono.
Claus sostenía su móvil en la mano, reflexionando sobre Yael, quien realmente demostrab