Luna estuvo hospitalizada durante dos días. La habitación fue reservada por Andrían y era bastante cómoda. Sin embargo, la única compañía que tuvo aparte de Hada fue la soledad, ya que no había nadie más en el pabellón. Andrían ni siquiera se tomó la molestia en visitarla. Esto solo resaltó una vez más la crueldad de este hombre.
Por la tarde, el médico informó que Luna ya podía regresar y descansar en casa. Pero en el proceso de recuperación, el cuerpo de Luna seguiría siendo muy débil y necesitaría un buen descanso de al menos un mes.
Al ver el rostro pálido de Luna, Hada no pudo evitar sentirse muy triste. Se dio media vuelta para secarse las lágrimas y se esforzó por mostrar una sonrisa a Luna, mientras le decía:
—Luna, ¿has escuchado lo que dijo el médico? ¡Ya podemos regresar a casa! Cuando lleguemos, te prepararé tus platos favoritos.
—Mamá, ¿el señor Andrían Burgos no ha venido a visitarme ni una vez? ¿Y en cuanto a Caín? ¿Ha preguntado por mí? —preguntó Luna nerviosa, agarran