Virginia
He tomado una larga ducha, Stefan está recostado en el sofá tecleando en su móvil, tiene el ceño fruncido y una mala cara. Me siento a su lado y me mira con una media sonrisa dibujada en su rostro.
—Yo no te compro esa sonrisa —digo y él bufa
—Estoy tratando de crear tu desaparición sin que lo sospechen —silbo y subo mis piernas a las suyas.
—Es cosa tuya, yo te lo he dicho, puedo hablar con mi padre y decirle que me iré a Italia con su jefe de seguridad.
—Si, claro—dice de manera incrédula.
—Piensas demasiado las cosas, como si eso pudiera darte