Barbra.
—¿Dime? —se puede escuchar el sonido de voces y los utensilios a través de la llamada. Se nota que está justo en el área de la cocina.
—Estoy en tu oficina —le aviso.
—Voy para allá —avisa.
—Bien.
Cuelgo la llamada y me quedo allí esperando y mirando el lindo lugar. No pasa mucho tiempo cuando la puerta se abre y veo a Travis entrando. Usa una camisa blanca y un pantalón negro. No negaré que le queda ceñida y muy agradable a su cuerpo. Me levanto y lo miro detenerse frente a mí. Sujeta con ambas manos sus caderas y posa sus ojos azules sobre mí.
—Hola —suelta un suspiro cansado y luego acomoda su cabello a un lado.
—Por lo que veo tú día no ha sido tranquilo.
—En lo absoluto —camina en dirección a su escritorio y yo lentamente lo sigo.
—Todo está muy lindo —miro nuevamente a mi alrededor—. La fachada llama mucho la atención.
Travis se detiene y se recuesta del escritorio y se da la vuelta completa para mirarme.
—Ese es mi objetivo. Y al parecer la obtuve —alza una ce