El celo de un lobo macho no era tan fácil como se imaginaba, y eso era algo que Dante sabía bien. Lo que más odiaba era lo mucho que dolía y lo devastado que quedaba después. Y aunque ahora era un lobo enlazado nunca le pediría a su compañero pasar su celo junto con él. La razón muy fácil: estaba seguro que lo tomaría tan fuerte y tan profundo, lo mordería tanto y devoraría a tal punto que sería él el que no se pudiera levantar en varios días después.
Y no se arriesgaría.
Incluso había preparado todo para que Lukyan no se diera cuenta de que estaba a punto de llegar su celo y había ideado todo un plan fingiendo de que estaría visitando a Lucian, o a quien fuera, con tal de no hacerle pasar por un mal momento.
Pero, primero, Lukyan era muy perceptivo, y segundo, ya se había dado cuenta de la situación debido a que él se ponía muy meloso. Mucho más de lo que era habitualmente, y lo buscaba en todo momento, no importándole si estaba en medio del trabajo.
Antes, cuando estaba soltero, él