—¿Puedo pasar?
—Por supuesto, sí, pasa.
Ella cerró la puerta luego de él entrar.
—Disculpa mis fachas, ya me iba a acostar.
Adam siguió de largo directo a la cocina. Abrió la nevera y se sirvió un poco de agua. Ella lo siguió.
—¿Quieres un poco?
Ella se echó a reír con la pregunta.
—Se supone que eso debo preguntártelo yo a ti—. Se acercó a él y le quitó la botellita de agua mineral de las manos, colocándola sobre la encimera más cercana. Cerró la nevera, y rodeó con sus brazos el cuello de su novio—. Hueles rico. —Ella enterró su nariz en la piel del abogado.
Adam debía tener mucho cuidado de ponerse tenso. Debía tener muy claro qué tipo de hombre era ante una mujer que no amaba, pero que aún era su pareja. Además, ella era la sobrina de un cliente, quien era socio del esposo de su ex. No quería ser un imbécil también, no deseaba engañar a Liliana ni a nadie. Sin embargo, abrazó a Liliana e hizo lo mismo que ella, acariciar con su nariz su delicada piel.
La besó, y ella reci