— Este asunto no depende solo de mí, no tiene sentido que me busquen. El director ya tiene la palabra de los Caballero y no va a ceder —respondió Silvia con la boca llena de comida.
— Solo me preocupa...
Mientras Lucía divagaba, sonó el timbre de la puerta. Miró a Silvia confundida, notando que ella estaba igual de sorprendida.
Lucía abrió la puerta y, al ver quién era, la cerró de golpe.
Silvia seguía comiendo:
— ¿Quién es?
— ¡El cretino! —respondió Lucía con disgusto.
— ¿Qué quiere? —Silvia se mostró irritada.
El timbre sonó nuevamente. Lucía abrió la puerta:
— ¿Qué quieres? ¡No eres bienvenido aquí! ¡Vete!
— Necesito hablar con Silvia —Carlos bloqueó la entrada y empujó la puerta con fuerza.
— ¡Estás loco, Carlos! —Lucía se enfureció al ser empujada.
— ¡Carlos! ¡Esta es mi casa! Has lastimado a mi familia, tengo derecho a llamar a la policía. Tu hermana ya está detenida, ¿tú también quieres ir? —dijo Silvia fríamente.
Carlos se detuvo:
— Lo siento, Lucía.
Lucía sonrió con desdén:
—