Chile
Mi esposo, quien aseguraba amarme, nos abandonó a mí y a nuestra hija para hacer su vida con otra mujer.
Al mismo tiempo, Alicia Moreno, la verdadera hija rica, sin dudarlo, rompió con su novio —quien ocupaba el lugar de alguien más como falso heredero—, y se fue con Miguel, mi entonces esposo. Según sus palabras, eso era lo que llamaban «una pareja ideal».
De repente, habiéndolo perdido todo, Juan Pablo, el falso heredero, en un ataque de locura, nos secuestró a mí y a mi hija, obligándome a llamar a Miguel para pedirle ayuda.
Pero Miguel Ángel ignoró nuestras súplicas desesperadas y, entre risas, se burló diciendo:
—No te creo absolutamente nada. Estoy seguro de que solo intentas manipularme.
Al otro lado de la línea se escuchaban, de vez en cuando, los murmullos agudos y sugerentes de Alicia Moreno.
Ante la impaciencia de una mente drogada y trastornada, mi hija y yo terminamos siendo apuñaladas.
Después de nuestra muerte, mi esposo —quien trabajaba como maquillador de cadáveres— nos convirtió en su último trabajo antes de dejar el empleo.
Aquel que nunca se preocupó por nosotras, al ver nuestros cuerpos sin vida, se derrumbó por completo.
—¿Cómo puede ser esto posible? Quisiera que todo fuera mentira…