Katerine William llegó a La perla por hambre de libertad. Sin embargo, nada resulta como esperaba. Los pueblerinos la mantienen a raya por ser extranjera, su jefe la acosa verbalmente por el mismo motivo. Los únicos que no la señalan son los nativos que allí residen, son respetuosos y exigen reciprocidad. Para ellos las leyendas y canciones son sus leyes, por lo que de inmediato advierten a Katerine. La fría es una montaña cubierta de escarcha, es celosa con los suyos y tiene un guardián que camina en dos piernas. Y aunque Katerine al principio reniegue de esos cuentos, pronto descubre cuanta verdad guardan.
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