Estoy tumbada en mi cama, mirando el techo de mi minúsculo apartamento, preguntándome en qué momento mi vida se volvió tan… patética.Han pasado seis meses desde que Marcus me engañó.Seis. Meses. Enteros.Y aquí sigo, sola un viernes por la noche, comiendo comida china recalentada y fingiendo que estoy bien.No estoy bien.Mi portátil está abierto en el escritorio con un trabajo aburridísimo que debería entregar mañana, pero no puedo concentrarme. Las palabras se mezclan, se vuelven borrosas, y sinceramente… ¿a quién le importa la literatura victoriana ahora mismo? A mí no. Definitivamente, a mí no.Mi teléfono vibra. Es Sophie, mi mejor amiga y compañera de piso, que está fuera en su tercera cita de la semana. El mensaje dice: Voy para allá. No digas que no. Ya estoy afuera.Antes de que pueda responder, escucho la llave en la cerradura. Entra como un tornado, con su cabello rubio volando, dos cafés helados en la mano y esa expresión que significa que va a hacer algo que no me va a
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