El poder rojo se desvaneció tan rápido como había llegado, dejándome temblando mientras la adrenalina abandonaba mi cuerpo como agua escurriendo entre dedos. Los tres Alfas cayeron a mi alrededor, libres de los collares pero destrozados por las heridas que se habían infligido mutuamente bajo el control de Selene. Kieran tosía sangre con cada respiración. Zane tenía la garganta abierta, apenas conteniendo su vida con una mano temblorosa. Damián yacía inmóvil, solo el débil movimiento de su pecho indicando que aún respiraba.Selene nos observaba con una mezcla de fascinación y furia que hacía que su rostro pareciera el de una diosa antigua contemplando el fracaso de sus creaciones.
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