VicenteMi lobo se agitó de repente, obligándome a detenerme en seco.—¿Está todo bien, Alpha? —preguntó mi guardaespaldas personal, Iván.Levanté la mano para detenerlo mientras olfateaba el aire. El aroma era casi embriagador y reconfortante a la vez. Una leve sonrisa se dibujó en mis labios mientras un calor magnético me recorría el cuerpo, atrayéndome hacia el olor. Cuanto más me acercaba, más intenso se volvía. Mi corazón latía con fuerza, excitado, y mi lobo interior se inquietaba.Cuando el olor se intensificó, aceleré el paso, intrigado, mientras mi lobo aullaba y exigía que me moviera más rápido. Me detuve frente a lo que parecía una clínica. Entré y allí estaba ella, atendiendo a un niño pequeño que parecía enfermo. Estaba inclinada, hablándole en voz baja. El niño parecía feliz y sentí una punzada de envidia.Se irguió, clavando sus ojos en los míos, y mi lobo interior casi se descontroló. Su belleza me paralizó. El brillo que emanaba de ella fue suficiente para saber que e
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