~Especial Angélica~ Me estoy quedando dormida y escucho el ruido de un motor apagarse, me asomo por la ventana y veo que es mi hermana Marian acompañada de Stefan. Los dos hacen una bonita pareja, no entiendo todavía por qué no lo ama, a mí sí me gustaría un hombre como él; Es todo lo que está bien. Me aterra pensar que mi padre descubra lo que pasa entre Marian y Luck, podría matarla a golpes de la rabia, es que todavía no entiendo cómo terminó metiéndose con él si son distintos, Luck no me parece buena persona y mi hermana es una buena mujer que lo único que busca es ser libre en un mundo lleno de machismo. Siento que me agarran de la cintura y se me escapa un grito, mi hermana suelta una carcajada y se tira en la cama. No me di cuenta de que había subido.—¡No es gracioso, Marian!—Sí lo es, acéptalo —se sigue riendo—. Así que te gusta estar de chismosa, no sabía eso de ti.Me siento a un lado en la cama y me da un pequeño abrazo. —¿Cómo te sientes? —pregunta, mirándome, ahora

~Marian~—Stefan, Renata. Los saludo amablemente, pero sin dejar de lado la sorpresa que me da verlos juntos. Me hago a un lado para que entren, Renata me da un abrazo y Stefan un beso en la comisura de mis labios. Siempre tan respetuoso. —¿Está tu padre? Queremos verlo —Stefan mira para todos lados—. Es importante. —Llámalo —me pide Renata. —¿Qué sucedió? —los miro a los dos. —Ya lo sabrás —hablan en unísono. Lo único que espero es que nada tenga que ver con Luck, me metería en muchos problemas que no necesito en este momento. Llamo a mi padre que baja al instante con amabilidad. —Me alegra verlos, cuéntenme qué necesitan —los mira, esperando que hablen. Renata toma la iniciativa de hablar. —Me gustaría saber si le permite a sus hijas venir a un viaje que planeo por el compromiso entre Stefan y Marian, es en Acapulco, solo vamos chicas y para que esté tranquilo Stefan nos cuidará, sabe lo respetuoso que es. Nos queda viendo a los tres y le hago saber con mi cara que no te

~Marian~—Iré al baño, ya regreso —le digo a los chicos mientras me levanto. Llevamos horas metidos en la piscina y no hemos dejado de hablar y de reírnos, tengo que admitir que el momento se ha hecho agradable, aunque hace un rato fue demasiado incómodo por los comentarios fuera de lugar de Luck. Es que no me explico cómo él tenía que encontrarme en una situación tan embarazosa con su hermano, a pesar de ello, estoy segura de que él ya debió de cogerse a su mujer en su habitación. ¿Por qué no puedo disfrutar yo?Tengo que confesar que Stefan hizo que mi cuerpo se sintiera diferente a todo lo que ha causado en el tiempo que llevamos juntos, tal vez, porque nunca habíamos sobrepasado los límites, pero me ha gustado lo que me hizo sentir. Es tan distinto a toda la fuerza que me hace sentir su hermano cuando me toca, con Stefan me sentí tranquila y con Luck es una explosión de deseos interminables. Estoy mal, debo de estarlo. Me acomodo la ropa Saliendo del baño y lavo mis manos, me

~Luck~La estamos pasado increíble, tengo que admitir que todos han sido divertidos, cada quien ha disfrutado de este día, no fue mala idea lo de la limosina, y menos quedarnos a pasarla bien en la playa; Parece que nada nos preocupa en este momento.—¡Eso es trampa!Se escucha el grito de Marian, seguido de una risa. Volteo a verla y está corriendo por toda la playa con Stefan que la alcanza y la rodea por la cintura, los dos se ríen, cayendo al suelo y ella lo besa. —Esos dos tienen sexo esta noche —Miguel se me pone al lado—. Han estado muy juntos, besos van, besos vienen, manito aquí y allá.—Ella no querrá, no puede.—Puede y quiere, querido amigo, se le nota.Le saco el dedo del medio y se va entre risas a seguir molestando a Angélica que ahora luce más tranquila. Camino hacia Renata y la tomo de la mano, alejándome de los demás.—Quiero tener sexo —beso su cuello.—Nos pueden ver.—Que nos vean y disfruten.Termino de hablar y la beso sin dejar que diga nada, la dejo pegada a

~Especial Miguel~—¡Podrías dejar de mirarme con esa cara de pervertido! —me grita Angélica, tirándome la blusa en la cara.Agarra la toalla y se cubre. No se me ocurrió que se estaba vistiendo y entré sin tocar, estaba de espaldas sin nada que la cubriera. Tengo que admitir que la miré más de lo necesario. Está buena.—¡Eres un enfermo! Cubre con sus manos sus pechos, aunque ya lleve la toalla puesta. —Cálmate, tampoco estás tan buena como para mirarte. —Debiste tocar la puerta —masculla—. Eres un asqueroso atrevido.—No vi nada, no te preocupes. Deja de ser dramática.Hago como si me diera igual y me tiro en la cama, puedo sentir su mirada. Toma su ropa y se entra al baño, sale a los pocos minutos, se ve avergonzada. La veo caminar hasta el teléfono y marca.—Hola, para pedir otra habitación, por favor.La escucho hablar y me levanto de golpe, le quito el teléfono y cuelgo la llamada. Trata de agarrarlo y la abrazo, dejando sus brazos inmóviles, la tiro en la cama y me le subo e