~Especial Miguel~
—¡Podrías dejar de mirarme con esa cara de pervertido! —me grita Angélica, tirándome la blusa en la cara.
Agarra la toalla y se cubre. No se me ocurrió que se estaba vistiendo y entré sin tocar, estaba de espaldas sin nada que la cubriera. Tengo que admitir que la miré más de lo necesario. Está buena.
—¡Eres un enfermo!
Cubre con sus manos sus pechos, aunque ya lleve la toalla puesta.
—Cálmate, tampoco estás tan buena como para mirarte.
—Debiste tocar la puerta —masculla—. Eres un asqueroso atrevido.
—No vi nada, no te preocupes. Deja de ser dramática.
Hago como si me diera igual y me tiro en la cama, puedo sentir su mirada. Toma su ropa y se entra al baño, sale a los pocos minutos, se ve avergonzada.
La veo caminar hasta el teléfono y marca.
—Hola, para pedir otra habitación, por favor.
La escucho hablar y me levanto de golpe, le quito el teléfono y cuelgo la llamada. Trata de agarrarlo y la abrazo, dejando sus brazos inmóviles, la tiro en la cama y me le subo e