John y yo caminamos juntos hasta mi casa, dejando atrás el parque. Él no se parecía en nada al hombre frío que intentó comprar mi silencio con cien dólares en aquella fiesta.Ahora, platicaba conmigo con un cariño que me hacía sentir maravillada. Estaba cambiando un poco la imagen tan mala que tenía de él.—Recuerdo cuando trató de comprar mi silencio con cien dólares —dije, riendo un poco, aunque la memoria me seguía pinchando.John se detuvo en seco, y me miró a los ojos.—Lo siento tanto, querida. Fui un completo imbécil.—Bueno, ya pasó.—No. No ha pasado. Realmente perdóname, Ruby. —Su tono era tan sincero que me conmovió—. Cuéntame qué pasa con tu embarazo. ¿Por qué Nora te hace llorar? Hija, no entiendo nada. No eres la amante de Lucas, ¿verdad?Me sonrojé. Me dio mucha vergüenza hablar de esas cosas tan íntimas con un hombre que apenas conocía.—No te preocupes —me dijo, al ver mi incomodidad—. No pienso presionarte. Hablemos mejor de tus sueños. ¿Qué quieres de la vida? Ya pr

Me levanté con el pie derecho. Dos días después de la pelea con Lucas, la tristeza seguía ahí, pero la había convertido en un aliciente. Estaba cansada de estar todo el día en casa sin hacer nada.Soy una chica muy proactiva y, además, estudiaba. Lo que más quería era ir a la universidad de nuevo, culminar mi carrera y ser una profesional exitosa. Tenía que hacerlo por mí, y ahora, por mis bebés.—Mamá, me voy a buscar trabajo —dije, terminando de arreglarme.—Muy bien, hija. Es bueno que sigas con tu vida, pero debes tener cuidado de esa gente, en especial de Nora. Ella es una arpía, lo sabes.—Ya no tengo miedo de nada, mamá. Mis hijos me dan fuerzas.—Ruby, pero legalmente no son tus hijos, sino los hijos de ellos —me recordó, y el pinchazo de la realidad casi me hace tambalear.—Yo los llevo en mi vientre, es lo que cuenta —dije con firmeza. Era mi verdad, aunque la ley dijera otra cosa.—Ruby, hija... escúchame...—No, mamá, tengo que irme. Tengo una entrevista de trabajo. Te lla

Narrador Omnisciente.Lucas y Nora seguían en la sala, justo después de la confrontación con John. La tensión era insoportable, pero ya no había espacio para fingir.—Ya sabes que nuestro divorcio es un hecho, ¿no? Ya todo está perdido —dijo Lucas, con la voz apagada. No era una pregunta; era una declaración final.Nora se recompuso rápidamente, su arrogancia regresaba como un escudo.—¿Qué dices, Lucas? Apenas es que todo comienza. No creo que John se atreva a abrir la boca. El escándalo lo salpicaría a él también. No creo que sea tan estúpido.—Lo que sí es un hecho es nuestro divorcio, y tengo pruebas suficientes para hundirte.—¿De qué hablas? Jamás te daré el divorcio, ya hablamos de eso. Yo soy la madre legal de los gemelos y soy la señora Wilson.Lucas se inclinó hacia su maletín, buscando un sobre que había guardado meticulosamente. Al sacarlo, arrojó el contenido directamente a la cara de Nora. Un torrente de fotografías cayó sobre ella y sobre el suelo de la sala.—¿Sabes qué

Las horas pasaban lentas, arrastrándose en el silencio triste del hospital. Yo estaba sentada, pero la silla se sentía dura y el ambiente era muy pesado. Tenía miedo por Lucas, y la ansiedad por saber dónde estaba Nora me estaba quemando por dentro.Lo único que me daba un respiro era saber que mi madre, y Elsa estaban a salvo en casa, bajo la protección que el señor John había organizado en medio de todo este desastre. Pero la preocupación por Lucas era un dolor que superaba cualquier cosa.A mi lado estaba el señor John Wilson, el tío de Lucas. Estaba tenso, caminando de un lado a otro. Frente a nosotros, sentado con esa postura tan recta y altiva de los Wilson, estaba Tomás, su hijo.Tomás no disimulaba la rabia. Me miraba de una forma rara, como si supiera todos mis secretos. ¿Sabría del vientre de alquiler? ¿Del pleito con Nora? Sentía que el pánico me subía por la boca.Justo cuando el silencio se hizo insoportable, la puerta se abrió. Un hombre alto, con bata azul se acercó. Er

Ha pasado una semana desde aquel intento de asesinato. Una semana que se sintió a la vez eterna y fugaz. Lucas ya no estaba en el hospital, lo que era un alivio inmenso. Ahora vivíamos juntos en un apartamento lujoso que tiene en Malibú, cerquita de la playa.Mi rutina era simple: cuidarlo y cumplir con mi nuevo trabajo. Había conseguido un puesto como asistente en una empresa de publicidad cerca de aquí.Era un trabajo de medio tiempo que me cayó del cielo y que me permitía tener mis propios ingresos sin descuidar a Lucas ni el embarazo.El señor John Wilson estaba al pendiente de todo, venía casi todos los días. Aunque al principio tenía sus dudas entorno a nuestra relación creo que se está dando cuenta de algo muy obvio: Lucas me ama.Lo veo en la forma en que me mira, en cómo me trata, en esa paciencia infinita que tiene conmigo y con mis cambios de humor.Y lo más extraño de todo es que yo siento lo mismo. De una forma que ni yo sé explicar, de una situación horrible, nació el am