Capítulo 22 —Decoraciones infantilesNarrador:Luigi entró al dormitorio sin decir palabra. Valeria estaba sobre la cama, con la laptop abierta y varias pestañas llenas de ideas de decoración infantil. Al verlo, levantó la vista apenas, con una sonrisa corta.—¿Otro día complicado? —preguntó ella.—Sí, mucho, solo necesito una ducha —contestó él, quitándose la chaqueta y dejándola sobre la silla.Cruzó el cuarto con paso tranquilo, la espalda recta, el cuerpo aún marcado por el día. Valeria lo siguió con la mirada hasta que desapareció tras la puerta del baño. Escuchó el agua caer, el sonido monótono del chorro contra la cerámica.Dudó unos segundos. No pensaba entrar. Pero lo hizo. El vapor la envolvió enseguida. Y allí estaba él, de espaldas, bajo el agua, el cuerpo firme, trabajado, cada línea de músculo dibujada con una precisión que parecía esculpida. El movimiento lento de sus hombros, la tensión de la espalda, el contraste del agua resbalando por la piel, todo tenía algo hipnóti

Capítulo 24 —Heridas viejasNarrador:La tienda de muebles estaba llena de luz y de ese olor nuevo a madera recién barnizada. Valeria caminaba entre las muestras con un catálogo en la mano, hablando con el vendedor sobre tonos de tapizado, cuando de pronto se detuvo. El color se le fue del rostro y apoyó una mano sobre el borde de una mesa.—¿Valeria, te encuentras bien? —preguntó Dinorah enseguida, acercándose.—Estoy bien… —respondió ella, respirando hondo —Solo un mareo, no te preocupes.Dinorah frunció el ceño. —Tienes mala cara. Vamos al hospital.—No —negó Valeria con una sonrisa leve —Es normal.—¿Normal? —repitió la otra, incrédula.Valeria la miró con una mezcla de vergüenza y ternura. —Estoy embarazada.Dinorah se quedó quieta, procesando la frase. —¿Embarazada?—Sí —asintió Valeria —Y antes de que digas nada, nadie lo sabe todavía. Solo Luigi y yo.Dinorah parpadeó un par de veces, luego sonrió con sinceridad. —Vaya… pues felicidades. Y gracias por confiarme algo a

Capítulo 26 —Este viejo robleNarrador:Mateo salió del dormitorio de Dinorah con el corazón latiéndole a destiempo. El aire afuera le pareció más pesado que adentro. Caminó hasta el pasillo, se apoyó contra la pared y respiró hondo antes de sacar el teléfono del bolsillo. Buscó un número y lo llamó sin pensarlo.—Sofía.La voz de su hermana sonó al otro lado con ese tono entre alerta y cansado de quien nunca duerme del todo tranquila.—¿Qué pasa, Mateo? Son casi las tres de la mañana aquí en Sicilia.—Lo sé, y no te llamaría a esta hora si no fuera importante, pero tenía que hablar contigo.Hubo un silencio corto antes de que Sofía respondiera.—¿Pasó algo?—Sí —contestó él, mirando el piso —Ella está aquí.—¿Ella? —preguntó Sofía, sin entender del todo —¿Quién es “ella”?—Dinorah —dijo él finalmente.El silencio al otro lado de la línea se estiró tanto que Mateo pensó que la llamada se había cortado.—¿La capitana? —preguntó Sofía al fin, con incredulidad —¿La de la DEA? ¿La mujer de

Capítulo 28 —No nos vamos a mudar a la Toscana.Narrador:Luigi salió del baño con una toalla al hombro, el cabello todavía húmedo y el pijama colgado bajo en las caderas. Se detuvo en seco al ver el caos.La cama estaba cubierta de ropa, zapatos, cosméticos y una maleta abierta que desbordaba como si Valeria pensara huir del país.—Val… —dijo con una sonrisa incrédula —Son solo unos días. No nos vamos a mudar a la Toscana.Ella levantó la vista apenas.—Lo sé, pero no tengo idea de qué ponerme. Quiero ir preparada.Luigi cruzó los brazos, observando el desorden.—Preparada… ¿para qué? ¿Una pasarela? —bromeó, acercándose —Lo único que necesitas son un par de trajes de baño. Franco y Lorena viven organizando fiestas de piscina.Valeria lo miró con un gesto entre divertido e irritado.—¿Y si vamos a cenar o algo más formal?—No creo —respondió él, encogiéndose de hombros —Pero si te falta algo, lo compramos allá. No te estreses.Ella soltó un suspiro largo, tomó una blusa del montón, la

Capítulo 30 —Las dagas sobre la mesaNarrador:La terraza de la villa se abría sobre un paisaje perfecto: colinas verdes, vides alineadas y un sol amable que caía justo sobre la mesa larga de madera. Lorena había hecho montar un almuerzo ligero, con ensaladas frescas, pan casero y vino blanco frío, pero Valeria, se excusó mintiendo con un malestar por el viaje, y pidió solo jugo.Franco conversaba con Luigi y este lo ponía al tanto de todo, mientras Valeria, frente a ellos, movía distraídamente el jugo en su copa sin probarlo. Lorena la observaba desde el otro extremo, con una sonrisa que no era precisamente inocente.—Espero que el viaje haya sido cómodo —dijo al fin, con esa voz suave que podía cortar el aire si quería.Valeria levantó la vista y sonrió.—Muy cómodo, Luigi se encargó de que todo estuviera perfecto.—Ah, sí —asintió Lorena —Luigi siempre se encarga de todo. Tiene esa costumbre de resolver antes de que alguien pida ayuda.Franco, que escuchó la conversación, soltó