ÁRNYÉK T: Nunca me había gustado transformarme en gato. Pero ahora es mi animal favorito. Sol me tiene con ella todo el tiempo, me carga, me acaricia, me besa, y eso me llena de felicidad. También me he dado cuenta de que, de esa forma, no me entran las ansias locas de marcarla. Nunca en mi vida había sido tan feliz. He logrado hacer una conexión con ella, sin que se dé cuenta, así la puedo sentir en cualquier lugar que se meta. Anoche la dejé y me fui a ver los resultados de las pesquisas en mi castillo, quiero encontrar a los verdaderos padres de mi Sol. Sé que estoy siendo egoísta, pero necesito saber si ellos también poseen la sangre de AL, los cuidaré y hasta sopeso la posibilidad de llevarla con ellos. Algunas investigaciones los ubican en una manada de hombres lobos. Pero mi Sol, no es sobrenatural, lo puedo sentir. Regreso temprano en la mañana, ya ha salido el sol. Reviso asustado todo, ¡mi Sol no está! No hay huellas de lucha, me concentro y la veo paseando del brazo del

SOL: “AL, al ser un espíritu de fuego, dotó a sus hijos de un excepcional poder. Su sangre era capaz de darle vida a los hijos de Lilith más allá de un día, los llamados Lilim. Los cuales estaban condenados como castigo a su madre, a nacer y morir el mismo día. Con el tiempo, ellos descubrieron que si se alimentaban de la sangre de otros seres vivos, eran capaces de vivir más. Sin embargo, los herederos de AL, pueden volver muy poderosos a los vampiros elegidos, no a todos los Lilim. Pero esa precisamente fue la venganza de AL contra Lilith, no le daba de la sangre de sus hijos a los de ella, haciéndola sufrir por una eternidad, pudiendo salvarle los hijos, no lo hacía.” —¡Oye, pero qué terrible era esa AL! —Grito realmente molesta por su crueldad. No me imaginé que iba a ser tan mala. —¿Por qué no se tiró de los moños con la vampira Lilith? ¿Tenía que castigar a los pobres bebés así? ¿Estás seguro de que quieres que siga leyendo esta historia Motita, no me gusta lo mala que es A

ÁRNYÉK:Sirius se levanta lentamente, con el rostro inclinado para esconder la intensidad de su expresión. Lo conozco bien; sabe que el tono de mi voz guarda mis límites, y si los cruza, lo paga caro. Pero su silencio en este momento no me satisface. Necesito algo más que sumisión. Necesito respuestas. Necesito que me diga cómo puedo evitar lo inevitable.  —No era mi intención —musita finalmente, aunque su voz se percibe igual de firme—. Haré lo que me pida, señor. Debe existir una solución; debemos encontrarla. Estuve pensando que le diéramos a su Sol el libro de todos los seres sobrenaturales que existen, las formas que toman, y cómo ella puede identificarlos. También los lugares y ciudades donde suele usted esconderse, por si alguna vez le pasa algo y ella pueda hacerlo también. ¿Qué opina?  Me gusta cómo pien

ÁRNYÉK:Sirius sale apresurado y desaparece para aparecer en el castillo, en mi habitación. Me coloca en la cama, preocupado, sin dejar de observarme.  —¿Qué tiene, señor? ¿Qué siente? ¿Por qué se estremece así? —pregunta, sin saber qué hacer. Yo nunca me enfermo.  —Sirius, anoche vi a Sol desnuda y creo que estoy en celo —logro contarle al fin.  —¿¿En celo?? —casi grita—. ¡¿Cómo se le ocurrió hacer eso, señor?!  Sirius me observa con una mezcla de desconcierto y reproche, pero también con una preocupación genuina que resulta evidente en su expresión. Da un paso atrás, como si necesitara espacio para asimilar lo que acaba de escuchar.  —No es algo que yo haya planeado —respondo, tratando de calmar su reacci&oacu

Todos nos miramos entre nosotros, conteniendo la respiración con el miedo reflejado en nuestros rostros. Los hombres y mujeres presentes intercambiamos miradas cautelosas mientras el peso de las palabras del Alfa se asentaba en nuestras mentes como una amenaza latente. Uno de los hombres más jóvenes dio un paso adelante, tragando saliva visiblemente nervioso.—Hicimos todo lo posible para borrar cualquier rastro, mi Alfa. Cambiamos de caminos, nos dividimos por el bosque y nos reagrupamos antes de volver aquí —dijo con voz tensa —. Pero si él realmente es capaz de tomar nuestra forma... El Alfa giró lentamente, observándonos a todos con detenimiento. Su presencia era imponente, y bastó con que sus ojos penetrantes examinaran a cada uno de nosotros para crear una oleada de incomodidad. Su instinto nunca había fallado, y aunque el temor que sentíamos era visible, no mostrábam