Alguna vez, hace demasiados años atrás, Renato le hizo una promesa cuando todavía ninguno lograba entender lo que era el amor. Hoy, era Leonardo quien volvía realidad aquel sueño dulce que tenía desde entonces. Una dulce y hermosa melodía comenzaba a sonar. Aquella misma que alguna vez bailo con su querida abuela en su última fiesta de cumpleaños, tan solo meses antes de que ella partiera al cielo. Viendo cómo Leonardo le ofrecía su mano, Arianna sonrió entre lágrimas de dicha y la tomó. Cómo su estuviese flotando sobre una nube de color de rosa, Arianna fue guiada por su ahora esposo. Todos miraban como aquella hermosa pareja parecía haberse olvidado del mundo, y tan solo existiesen ellos dos. Leonardo Prego sentía el pequeño cuerpo de su amada castaña pegado al suyo, y aquel momento era tan sublime y sagrado tal y como lo había imaginado tantas veces en sus sueños. La señora Prego observaba a su hijastro bailar con la mujer que amaba, y sintiendo aquella mezcla de dicha y tristeza

— Espera… — musitó Leonardo sintiendo su cuerpo arder.Tomando de la cintura a su amada Arianna, la sometió debajo de él en aquella cama y luego comenzó a besarla nuevamente. Desde sus labios carnosos, comenzó aquel recorrido de besos cortos que tan solo encendían más y más a la hermosa castaña…entonces, el hizo algo que hizo que todos los colores del mundo fueran y vinieran en ella recorriendo su cuerpo entero en espasmos y escalofríos que la hicieron sentir una explosión dentro de ella: Leonardo terminaba su camino de besos, introduciendo su húmeda y caliente lengua entre los pliegues femeninos de su intimidad.— Ahh… — gimió ella.Aquel poderoso y sonoro gemido escapaba de sus labios. Su cuerpo temblaba sintiendo aquel atrevido movimiento en su feminidad. Jamás sintió nada igual, jamás sintió aquella desesperación nunca antes. Aquel placer que experimentaba por vez primera, tan solo la hacía desear más y más. Aquel sabor dulce era el de Arianna, y sintió como todo dentro de él se r

— No tengo tiempo para tus tonterías, si tienes ganas de molestar a alguien ve a buscar a alguna de tus muchas mujerzuelas e invítala a comer. — respondió Maximiliano.Marcus sonrió grandemente.— No me estás entiendo, querido Maxi, no te estoy dejando esto de opción, tenemos que hablar sobre el futuro de Mariana y Arianna, yo se cosas que tú no sabes sobre los gemelitos Prego y la mujer de Ricardo Prego, necesito que estemos juntos en esto para hacernos con el poder. — aseguró Marcus.Maximiliano alzó una ceja.— ¿Y qué es eso que tú sabes y yo no sé? — cuestionó incrédulo.Maximiliano se acercó a masajear los hombros de su viejo colega.— Solo te diré que ahora que ambos gemelos están casados, cumplen con la condición dejada por su viejo abuelo para acceder a cierta herencia, aunque aún no lo saben, y los dos tendrán acceso a toda la riqueza de la familia de su madre fallecida…pero, ¿Y si te dijera que solo Leonardo Prego puede tener control sobre esa herencia, pero existe una maner

En México, un hombre dirigía una importante junta empresarial.— Si buscamos socios comerciales extranjeros, estoy seguro de que lograremos una mujer posición dentro de la industria. — decía el hombre de al menos unos cincuenta años, cuya mirada parecía demasiado cansada.— Señor Belmares, estoy seguro de que su propuesta es buena, pero, ¿Dónde piensa conseguir inversionistas extranjeros? No es solo ir por allí tocando puertas, y quiero pensar que tiene alguna estrategia que nos permitirá hacer lo que está proponiendo…la industria médica es delicada, no cualquiera puede hacer negocios con nosotros. — dijo un inversionista.El hombre de ojos verdes y cabello cano sonrió astutamente.— Ya se encuentra aquí la persona a la que le hice llegar mi propuesta, un magnate de los negocios que cuenta con el capital más que suficiente para que esté proyecto funcione, su nombre es, Leonardo Prego. — respondió el misterioso hombre de ojos verdes.La noche había caído.El sonido del mar quebrantaba

— Venga, sintiese, y no se preocupe por Leonardo y por mí; podemos pedir un taxi de aplicación. — sugirió la hermosa castaña a aquel hombre que le resultaba extrañamente familiar.— Oh no mi querida señorita, de ninguna manera, me he ofrecido a llevarlos y así lo hare, no lo aceptaré de otra manera. — respondió Joel sonriendo.— Señor Belmares, aprovechando su amabilidad, me gustaría comentarle que a mí regreso a Madrid me reuniré finalmente con el dueño del innovador consultorio del que le hablé y donde le mencione que convenia invertir; espero que haya tenido la oportunidad de revisar sus estudios clínicos que son francamente impresionantes, además debe de saber que están desarrollando un innovador tratamiento en contra del Alzheimer. — menciono Leonardo.Arianna sintió sus mejillas arder. A pesar d estar casados, aún no le había confesado a Leonardo que ella era la dueña de ese prominente consultorio; luego de sufrir ese terrible atentado planeado por Mariana, todos sus planes de v