Besos apasionados y caricias desesperadas, dos corazones latían en la pasional faena de aquella pareja que se amaba con el cuerpo y con el alma. Respiraciones entrecortadas y gemidos intensos levantaban el calor de aquella habitación, haciendo que los sentimientos se fusionaran intensamente en uno solo: el amor.Un último suspiro, una anhelada caricia, y los ojos zafiros que se perdían en los verdes al tiempo en que alcanzaba el clímax liberando su semilla en su pequeño vientre. Arianna nuevamente tocó el cielo, y como un par de adolescentes, no habían logrado dejar de tocarse sin sentir que el calor subía y les quemara la piel en aquella ansiedad por sentirse dueño del otro sobre aquella cama y sin nada más perderse en el otro.Acariciando el rostro de Leonardo, Arianna repasaba con sus yemas, esa herida que su valiente hombre había recibido por defenderla.¿Hasta dónde era capaz de llegar Leonardo Prego por ella?Su rostro varonil era hermoso, sus labios carnosos eran tentadores. Am

Mariana despertaba esa mañana con la vibración de su celular. Mirando a su costado, pudo ver a Renato durmiendo allí. Sonriendo, se levanto para apagar su teléfono; no quería que nada ni nadie la interrumpiera en la caliente luna de miel que tanto estaba disfrutando. Entrando en la ducha, sintió el agua tibia recorriendo todo su cuerpo. Ella se sabía hermosa, y con aquella belleza que poseía, había hecho caer al gran amor de su hermana en sus redes a pesar de toda la sarta de tonterías que Renato le había dicho la noche anterior.Arianna estaba casada con Leonardo Prego, el primer hombre al que ella deseo, y que jamás la había correspondido…no iba a perdonarla tampoco por ello. Después de su garrafal error y el delicioso sexo de reconciliación, Renato se había comportado como un verdadero príncipe azul; la había tratado como la reina que era, y habían hecho el amor tantas veces que seguramente ella ya había quedado embarazada de su hijo.Mirándose en el reflejo de los finos azulejos n

En Madrid, Maximiliano bebía una taza de té mientras abría el diario. Al verlo, casi escupió lo que había alcanzado a beber al ver aquella fotografía publicada en la primera página.Arianna aparecía en ella casi sin ropa, en los brazos de un hombre completamente desconocido.Aquello no podía ser obra de nadie más que de Mariana, sin embargo, estaba segura que esa maldad tendría resultados desastrosos para su amada hija menor. Al mismo tiempo, le llegaba un mensaje de Marcos, pronto darían el golpe que él había pedido para Arianna y Leonardo, quienes parecían disfrutar realmente felices en la alberca del lujoso hotel en dónde se estaban hospedando; los mediocres bandidos que contrató en un inicio, habían fracasado monumentalmente en el asesinato de Arianna, pero esta vez no habría fallas…su estrategia había cambiado.Tomando el teléfono, rápidamente marcó el número de su ayudante.— Tendrás que esperar un momento para atacarlos, tengo que solucionar un problema antes. —Y colgando, esp

—¿En dónde estamos? — Arianna le cuestionó a su esposo quien le había dicho que tenía una sorpresa para ella.Leonardo sonrió ladinamente. — En este edificio está mi departamento privado, lo compré hace tiempo pues me gusta este país...como pudiste notarlo, se encuentra muy cerca de la playa, y pensé en que cuando decidamos regresar para una larga temporada vacacional con nuestros propios hijos, tal vez, algún día seria perfecto que lo usáramos para tu mayor comodidad. Se lo importante que son tus empleos para ti, pero quizás algún día quieras establecerte completamente, así que pedí que me consiguieran un buen lugar para tener nuestro propio sitio aquí, los fines de semana en que te sientas agobiada por el trabajo y decidas tomarte un descanso, tendremos este lugar disponible. — respondió Leonardo logrando sorprender a su esposa.Entrando al lujoso edificio, rápidamente subieron al elevador, y Arianna se sorprendió aún más cuando Leonardo la acorralo contra la pared del mismo. El co

Arianna admiraba los hermosos paisajes. Habían recorrido durante aproximadamente diez minutos, la terracería de un desconocido camino que se hallaba por una angosta vereda. Luego de un gran rato, llegaban a una planicie, aunque aún no detenían su camino, ya había terminado de oscurecer por completo, la castaña observó con las luces del auto un gran y viejo árbol que era rodeado por arbustos y pastos altos.—¿Hay un nuevo mirador? — preguntó ella y se sintió tonta ante su absurda y desubicada pregunta al recordar las palabras dichas por él, aquel no era un nuevo mirador, sino uno que se encontraba algo oculto.Ahora que se veía ahí, el nerviosismo y expectación por el qué ocurriría y cómo ocurriría, la invadieron repentinamente...incluso había dejado de pensar en todo aquello que la había estado atormentando antes de la llegada de su esposo, meditó Arianna.—Sí, unos kilómetros más adelante, con vista al mar y la ciudad. — respondió el apuesto tatuado, mientras volteaba atrás para esta