A las 5:30 PM, Tamara se encontró en la entrada de una casa aislada en las colinas. Era una propiedad antigua, probablemente abandonada hace años, rodeada de árboles que bloqueaban la vista desde la carretera. El tipo de lugar perfecto para lo que Isabelle tenía planeado.Dos hombres armados la esperaban en la puerta. La registraron exhaustivamente, encontrando y confiscando su teléfono. Pero no encontraron el rastreador subcutáneo. Era demasiado pequeño, demasiado profundo.—Adentro —ordenó uno de ellos con acento que Tamara no pudo identificar.La casa por dentro era sorprendentemente elegante. Muebles caros, arte en las paredes, luces suaves. Era como si alguien hubiera convertido este escondite en un hogar, y ese pensamiento era más aterrador que cualquier mazmorras oscuras.En el salón principal, sentada en una silla de cuero con una copa de vino en la mano, estaba Isab
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