En algún lugar profundo entre las exuberantes colinas de Ravenmoor, lejos del ruido de la ciudad, se encontraba una antigua mansión: imponente, majestuosa y tranquila; pero dentro, nada estaba en silencio.El suelo era de mármol, tan pulido que reflejaba la luz como si fuera vidrio. Dos guardias estaban junto a la entrada, inmóviles. En el interior, una escalera de caracol serpenteaba hacia arriba, mientras que las paredes estaban decoradas con armas antiguas, artefactos empapados de sangre y cuadros de batallas.Desde el otro extremo del pasillo, ella entró.Era alta y elegante, llevaba puesto un abrigo negro que se ajustaba a su cuerpo, y sus tacones sonaban suavemente con cada paso. Tenía el cabello recogido en un moño, y su mirada era penetrante, además, se movía como alguien que estaba acostumbrada a ser respetada.Las grandes puertas dobles se abrieron sin que ella las tocara y acto seguido, ella entró.En el centro de la habitación, sentado en un sillón de cuero, estaba él.
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