—¿Adónde me llevas, Jen? —gritó Livia, molesta.—Siéntese quieta, cuñada. La llevo a un sitio extraordinario donde podrá liberar tensión —respondió Jenny con una sonrisa. Sophia, a su lado, soltó una carcajada.—No juegues conmigo, Jen. Si tu hermano se entera de que voy a un lugar así, estoy perdida.Aunque Livia no tenía idea de adónde iban, su mente ya había tomado el rumbo equivocado.—Jajaja, ¿pero qué estás imaginando? —Jenny seguía riendo, sin inmutarse por las quejas de su cuñada.Cuando Livia miró a Sophia en busca de ayuda, la muchacha solo negó con la cabeza, divertida, guardando el secreto del destino.—¡Huuuuuuu!Los gritos desgarraron el cielo mientras las tres se lanzaban en su segunda vuelta en la montaña rusa. Fue tan ruidosa como la primera, quizá incluso más.Cuando el juego se detuvo, bajaron entre risas, mientras otras dos personas se desplomaban en el suelo, pálidas y mareadas. Pero ni Livia ni sus dos cuñadas: ellas descendían las escaleras sonrientes, como si n
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