El amanecer se filtraba a través de las cortinas de lino cuando Liam despertó con el peso familiar de Danna contra su pecho. Sus piernas seguían entrelazadas bajo las sábanas, como si durante el sueño hubieran buscado instintivamente mantener esa conexión que la noche anterior había redefinido todo entre ellos. La respiración de ella era profunda y rítmica, sus labios entreabiertos rozando la piel de su hombro con cada exhalación.Por primera vez en semanas, Liam se permitió experimentar algo parecido a la paz. No la tregua temporal que había aprendido a robar entre crisis, sino una quietud genuina que parecía emanar del simple hecho de tenerla allí, real y suya, al menos en ese momento suspendido antes de que el mundo exterior reclamara su atención.Danna se movió ligeramente, su mano buscando su pecho incluso en sueños, y él sintió c&oa
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