El vestido negro se deslizaba como tinta sobre su piel. Valeria Kane se miró al espejo una última vez, ajustando el collar de diamantes que descansaba sobre su clavícula. No era un adorno; era un recordatorio. Cada piedra brillante representaba un año de su vida bajo el yugo de su padre, Victor Kane.La suite del Hotel Monarch ofrecía una vista panorámica de la ciudad que su familia pretendía poseer. Las luces nocturnas parpadeaban como estrellas caídas, atrapadas en el concreto y el acero. Valeria tomó un sorbo de whisky, dejando que el líquido ámbar quemara su garganta. Esta noche, como tantas otras, interpretaría su papel: la hija devota, la heredera perfecta, la princesa del imperio Kane.Una mentira exquisitamente elaborada.El teléfono vibró sobre la cómoda de mármol."La limosina espera, señorita Kane."Valeria deslizó el arma compacta en su bolso de diseñador. En el mundo de su padre, incluso las princesas necesitaban colmillos.***El salón privado del Club Ónix rebosaba de p
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