Capítulo 51 —Solo por ellaNarrador:Renzo fue el primero en girar al verla. Sus ojos se iluminaron apenas, con esa chispa que solo él sabía darle, y alzó la mano para llamarla. —Vanya. —pronunció su nombre despacio, ronco —Ven, acercate, ragazza. Quiero presentarte.Sofía sonrió, nerviosa, midiendo cada paso que daba hacia ellos, aunque por dentro el estómago se le retorcía. —Buenas noches. —murmuró, con un tono que no tembló ni un segundo.Su corazón casi se le detuvo, pero ninguno de los dos hombres mostró un ápice de sorpresa. Ni un parpadeo. Roman la sostuvo con esa mirada de acero que siempre le había helado la sangre, y sonrió apenas.—Así que ella es la señorita Zoric de la que hablabas hace un momento, Santini. —dijo, con voz profunda, como si no la conociera de toda la vida.Los tres hombres se pusieron de pie. —Sí, ella es Vanya, sustituirá a Marco durante su ausencia, ella salvó mi vida, cuando tus sicarios intentaron matarme en mi fiesta.—De eso vengo a hablar justa

Capítulo 53 —¿Te gusta lo que ves?Narrador:Sofía seguía con la vista fija en las flores cuando la voz grave de Eros volvió a tensar el aire. —No cambies de tema conmigo, Sofía. —dijo bajo, sin mirarla aún —Puedes preguntarme por Aylin, por Sasha, por Dante o por Alessia, hasta por el pu*to gato ne*gro ese tuyo, pero yo no olvido lo que vi en tus ojos cuando te pregunté si te estabas acostando con el italiano.Sofía apretó la mandíbula. —Ya te dije que no…—Y yo te digo que me mientes. —la cortó Eros, girándose para encararla. Su mirada era dura, directa —Te conozco desde que eras una mocosa que apenas llegaba a mi cintura. No puedes engañarme con esa cara de hielo.Sofía lo sostuvo como pudo, aunque la voz le salió más tensa de lo que quería. —Entonces dime tú, tío. ¿Qué es lo que crees saber?Eros se inclinó un poco hacia ella, bajando el tono hasta hacerlo casi un gruñido. —Creo que te estás metiendo en la cama equivocada. Y si es así, Sofía, no solo pones en riesgo tu mis

Capítulo 55 —Código Carlos-AnalíaNarrador:Sofía buscó la habitación más alejada, cerró la puerta del baño y giró el pestillo con mano temblorosa. Buscó la esquina junto a la bañera. Se dejó caer despacio, espalda contra la pared fría, rodillas al pecho. Aguantó dos segundos… y se quebró. Se tapó la boca con el antebrazo para ahogar el primer sollozo.—No, no hagas ruido… —susurró, casi sin voz— que nadie te oiga, que él no te oiga.Las lágrimas le corrían calientes, tercas. Apoyó la frente en las rodillas y respiró hondo, intentando ordenar el temblor.—Eres Sofía… —murmuró, apenas un hilo de aire —Eres la pu*ta jefa y estás haciendo lo correcto. Todavía no. Todavía no.Otro sollozo, más hondo. Cerró los ojos con fuerza.—¿Cómo le digo que soy yo? —preguntó a la baldosa —¿Cómo sin destruirlo… sin destruirme?Se obligó a callar, a escuchar el silencio del cuarto. Afuera, nada. Ni pasos, ni voces. Solo su respiración rota.—Calma, jefa… —intentó bromearse con el apodo, pero la voz le q

Capítulo 57 —Hola, papá, una mier*da.Narrador:Sofía entró a la mansión con Dante aún colgado de su cintura, con su pequeño brazo rodeándola. Apenas cruzaron el umbral, la figura de Aylin apareció. Estaba de pie, esperándola, con esa mezcla de fuerza y dulzura que solo una madre podía sostener.—¡Mi niña bella! —exclamó, corriendo hacia ella. Sofía apenas tuvo tiempo de sonreír antes de que Aylin la envolviera en un abrazo cálido, apretándola como si quisiera fundirse con ella. Le besó la frente, las mejillas, los párpados, como cuando era una niña pequeña. —Te extraño tanto —susurró Aylin con voz temblorosa —me tienes abandonada, Sofí ¿Cuánto más piensas hacerme esto?Sofía hundió el rostro en su cuello, dejando escapar un suspiro que parecía un sollozo ahogado. —No digas eso, mamá… sabes que si me alejo, no es porque quiera.Aylin la apartó un poquito para mirarla de frente, acariciándole las mejillas con ternura. —Eres mi niña, aunque quieras jugar a ser de hierro. Nunca voy a

Capítulo 59 —ConfianzaNarrador:Mateo la acompañó hasta el coche en silencio, las manos hundidas en los bolsillos, como si quisiera alargar cada paso para que el momento no terminara. Sofía abrió la puerta del deportivo rojo y, antes de subir, lo miró con una sonrisa cansada.—Hablé con Sasha… —confesó en voz baja —Me hizo bien.Los ojos de Mateo brillaron con un destello de alivio. —Siempre supe que ella iba a estar para ti. —respondió, inclinándose un poco hacia ella —Mejor que nadie, te entiende.Sofía asintió, mordiéndose el labio. —Sí. Necesitaba escucharla.Él sonrió con ternura, pero había un filo de tristeza en su gesto. —Me alegra verte, aunque sea solo un rato, Jefa. —dijo, acariciándole la mejilla con los nudillos —Pero prométeme algo: cuídate.Sofía apoyó la mano sobre la suya, cerrando los ojos un instante. —Lo prometo.Mateo la sostuvo firme, como si no quisiera soltarla. —Y escucha bien… —su voz bajó, grave, cargada de determinación —Si en algún momento necesi