Los grandes y hermosos paisajes de Italia que logré observar estos días se esconden tras la venda que me fue colocada, privada de mi sentido más vital, solo era capaz de caminar en medio de la oscuridad en donde muy sumida, escuchando los pasos de mi amado guiarme directo a un destino desconocido. —Catherine, ten cuidado, hay un pequeño escalón aquí. Mis manos apretaron los brazos del hombre, un pequeño miedo se apoderó de mi cuerpo por pensar que podría caerme, es claro que él no lo permitiría, pero imposible evitar sentirse así. —No sé dónde está. —Confesé, siendo rodeada de inmediato por los brazos de mi hombre, quien me cargó con tal de llevarme por el resto del camino, tan simple acción me llevó a sentirme como una princesa, eliminando de inmediato esos pequeños rastros de enojo que quedaban desde hace horas atrás para ser reemplazado por unas cuantas risas. —¿No me vas a decir a dónde vamos? —La paciencia no es tu fuerte, Catherine Castillo. —Se expresó con cierta burla, pla
Leer más