Ellen.Ellen Grey sentía que el mundo había cambiado desde aquella noche. Desde el instante en que cruzó las puertas de la galería privada y vio aquellas fotografías, supo que no había marcha atrás. Derek había plasmado con cada imagen su manera de amarla, su forma de verla, su verdad. Y cuando se arrodilló frente a ella, con la voz temblando y el anillo entre los dedos, algo dentro de Ellen se abrió por completo. Había dicho que sí. Un sí lleno de amor, de esperanza y también de incertidumbre.Desde entonces, cada día amanecía distinto. Su rutina tenía una nueva luz, un nuevo orden emocional. Despertaba con una sonrisa inevitable, pero también con el corazón latiendo fuerte por lo que vendría. Estaba comprometida. Con Derek Winston. Su jefe. Y también, el padre de su futuro hijo.Aunque el anillo brillaba en su mano como un faro, guiándola hacia un futuro compartido, en su pecho habitaba una inquietud persistente. El trabajo. Su lugar en la empresa. Su credibilidad. Ellen había traba

Derek. Las oficinas de Couture Winston se veían, como siempre, impecables esa tarde. Desde el despacho de Derek, los ventanales enmarcaban la ciudad bajo un cielo azul apagado. Las reuniones habían transcurrido sin incidentes, los proyectos avanzaban, y en su corazón todo parecía marchar con la calma de quien sabe que está construyendo un futuro sólido.Hasta que su teléfono vibró.Era un mensaje. De un número desconocido."Deberías saber la verdad sobre tu prometida. No te ama. Solo quiere tu dinero y tu posición. Está jugando contigo."Derek frunció el ceño, dejando el teléfono sobre el escritorio como si el aparato quemara. Su primer impulso fue reír. La idea era absurda. Ellen no era esa clase de persona. Lo sabía en su alma, en cada gesto, en cada conversación a medianoche. Ella había rechazado comodidades que cualquier otra persona habría aceptado sin dudarlo. Su necesidad de independencia, su deseo de conservar su propio departamento, eran prueba de ello.¡Eran un equipo! Comp

Ellen. Ellen Grey caminaba por las calles adoquinadas del pequeño barrio donde solía reunirse con sus amigas, Laura y Greta. El aire fresco de la mañana acariciaba su rostro, pero en su pecho la inquietud persistía. A pesar de los esfuerzos de Derek por enmendar su error, las cicatrices de la desconfianza aún dolían.Cuando llegó a la cafetería donde habían acordado encontrarse, las divisó de inmediato. Laura agitó la mano con entusiasmo, mientras Greta sonreía de lado, observándola con esa mirada perspicaz que siempre veía más de lo que uno quería mostrar.Ellen se acomodó en la silla, agradecida por verlas. Ellas habían sido su sostén en los momentos más difíciles, y ahora necesitaba su consejo más que nunca.—Cuenta —dijo Laura, sin preámbulos, apenas Ellen dejó su bolso a un lado.Ellen inspiró hondo y comenzó a relatar todo. Desde el mensaje anónimo que había recibido Derek, su reacción impulsiva de seguirla, la confrontación, el dolor que sintió al descubrir la falta de confian