Capítulo 11. Señales del destino Llevo un par de días despertándome con una sensación extraña, no creo que sean simples sueños; más bien parecen recuerdos de una vida pasada. En cuanto cierro los ojos, aparecen lobos blancos con motas negras brillantes en un bosque que no conozco, corriendo bajo la nieve. Puedo sentir el frío como si estuviera allí de verdad, puedo escuchar todos los sonidos del bosque con claridad, pero cuando trato de acercarme, las imágenes cambian. Lo extraño es que a veces esas escenas no son del todo naturales. Veo lugares que parecen de otra época: casas de madera con techos bajos, gente vestida con ropas antiguas, mujeres que llevan collares con piedras azules. Y siempre, en algún rincón de la visión, hay un lobo blanco que me mira como si esperara algo de mí. Por eso mismo estoy segura de que tienen que tratarse de algún tipo de recuerdo. La primera vez pensé que eran cosas de mi cabeza, una mezcla rara de lo que Iría me dijo y de mi imaginación. Pero ya

Capítulo 13. La caza del Alfa Pov Alaric: Ni siquiera recuerdo la última vez que discutí con mi padre. Normalmente me mantenía en silencio, incluso cuando sabía que no tenía razón. Pero esta vez no me podía callar. Era imposible. La rabia me estaba consumiendo poco a poco por dentro. Hacía apenas unos minutos que me había descubierto mirando unos mapas y pensando en voz alta sobre Aylin. —¿Tienes idea de lo que estás haciendo? —preguntó con esa autoridad que siempre utiliza para cerrar cualquier discusión. —Sí. Sé exactamente lo que estoy haciendo. —Estás eligiendo mal… y traicionando a tu manada. Sus palabras fueron como un golpe en las pelotas. No porque me importe que se moleste, sino porque sé que, en parte, tiene razón. Aylin ya no está aquí. Eligió irse… y yo fui quien la empujó a hacerlo. Cuando acepté unirme a Vivienne, lo hice pensando en el bien de la manada. Era mi compañera destinada, mi lobo la reconoció como tal, y además era la hija de John, el Beta de mi padre.

Capítulo 15. Las reglas del exilio. Hoy la cafetería está más llena de lo normal. Clara me ha dicho que es porque ha llegado gente de fuera para la feria de otoño que se celebrará en la plaza principal el fin de semana. La verdad es que no me interesa demasiado, pero desde que llegué aquí he aprendido que cualquier evento es suficiente para que el pueblo se llene de curiosos. Yo estaba en la barra, limpiando unos vasos, cuando noté que alguien entró y me observaba más de lo normal. No era como el chico de la sudadera gris, que me miraba con timidez. Esta vez era diferente. El hombre se quedó en la puerta, escaneando todo el lugar, hasta que sus ojos se fijaron en mí. Era alto, de complexión fuerte, y llevaba una chaqueta de cuero desgastada. En la espalda tenía un símbolo extraño, como un círculo con líneas cruzadas. Llevaba un bolso colgado del hombro, grande, que parecía pesado. Sus botas estaban cubiertas de polvo, así que seguramente venía de viaje. —Nueva cara —comentó Clara

Capítulo 17. Primera transformación.No debi ir a trabajar, debí quedarme en la habitación o haberme marchado para siempre pero no lo hice y eso me llevó a tener una discusión muy desagradable con Clara, no recuerdo la última vez que había discutido con Clara. Es más creo que nunca lo había hecho.La cafetería acababa de cerrar y yo estaba ayudando a recoger cuando todo empezó a desmoronarse. —Aylin, parece que no lo estás entendiendo —dijo, dejándome un paño sobre la barra—. Esto se ha salido de control.—¿Qué quieres que haga? ¿Que salga huyendo otra vez de mis problemas? —le respondí, alzando la voz.—Sí. Es eso mismo lo que te estoy diciendo. Vete antes de que sea demasiado tarde.—No pienso seguir huyendo cada vez que las cosas se ponen feas.Clara me miró con una mezcla de frustración y miedo.—No es “ponerse feas”, Aylin. Tienes a medio pueblo pensando que eres una bruja y a un cazador siguiéndote a todas partes. Esto no es algo que puedas arreglar quedándote aquí, fingiend

Capítulo 19. Marcas en la pielHan pasado dos días desde que me transformé en el bosque.No he podido dejar de pensar en lo que pasó, en cada detalle, en cómo todo se descontroló tan rápido. La discusión con Clara fue dura, pero lo que vino después fue peor. El cazador… su mirada llena de odio, el arma apuntándome… y luego, ese momento en que el poder salió de mí sin que pudiera detenerlo. Lo destruí. No hay otra palabra para definirlo. Y aunque era él o yo, la culpa me ha acompañado desde entonces. Siento que no controlo lo que soy y tengo miedo de dañar a alguien sin querer.He pasado estos dos días evitando a Clara lo más posible. Aunque ha sido un poco difícil ya que trabajo todos los días con ella. Al menos las visiones han cesado, pero no las pesadillas.Esta mañana, cuando me levanté y me aseé, me puse frente al espejo, levantándome la camiseta porque, sin darme cuenta, no había cogido la del uniforme sino una informal. Me quité la camiseta y me pude dar cuenta de que tenía una