C60 –EL LÍMITE DEL AMOR.Elizabeth pataleaba, golpeaba el pecho de Gideon con sus puños temblorosos, pero él la cargaba como si fuera una hoja en medio de un vendaval. Nada podía detenerlo. Avanzaba por los pasillos del castillo como un lobo enloquecido: los ojos encendidos, la mandíbula tensa, su lobo a flor de piel, rugiendo desde lo más profundo de su ser.—¡Suéltame! ¡Déjame ir! —gritaba ella, entre sollozos y desesperación.Detrás de ellos, dos guardias arrastraban a Melinda, que lloraba con desconsuelo, retorciéndose entre sus brazos.—¡Eres malo! ¡Malo! —chillaba la niña, clavando sus ojos llenos de odio en Gideon—. ¡No lastimes a mi hermana!Hasta Zander apareció, interponiéndose en su camino con los brazos extendidos, como si pudiera detener al alfa con el cuerpo.—¡Basta, Gideon! —exclamó, con voz temblorosa—. ¿Qué estás haciendo? ¡No puedes tratarla así! ¡Es Elizabeth, no un prisionero!Gideon se detuvo apenas un instante. La furia bullía en cada célula de su cuerpo, y sin
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