C69-CASTIGA AL CULPABLE.

Elizabeth nunca había sentido un peso tan grande en el pecho. Cada paso que daba al lado de Armand, con Melinda de la mano, la alejaba más de Gideon y del mundo que había conocido. El portal se cerró a sus espaldas y lo primero que sintió fue un aire distinto, cargado de olores extraños, humo, metal y comida que no reconocía.

Armand caminaba seguro, como si estuviera acostumbrado a estar allí. Elizabeth, en cambio, lo miraba todo con nerviosismo, con la desconfianza de quien sabe que confió en alguien que no debía, pero que no tenía opción.

—Bienvenidas —dijo el beta con un gesto de la mano, señalando el horizonte lleno de luces y rascacielos—. Esta ciudad se llama Chicago.

Melinda abrió la boca al ver los edificios altísimos que parecían rozar el cielo. Su manita apretó más fuerte la de Elizabeth, hasta que de pronto soltó un pequeño grito al ver un auto detenerse frente a la acera.

—¡Eli! ¿Qué es eso? ¡Se mueve solo!

Elizabeth lo observó igual de confundida,