Después de tener una noche con mi esposo y sin duda mi primera vez, dudaba en poner un pie en el piso, todo me dolía y mis piernas por alguna razón no tenían fuerza y temblaban mucho. Llame varias veces a Alan, pero el nunca llegó, y la verdad yo ya me moría de hambre. Por fortuna recordaba más o menos por donde llegamos. Es que con mucho cuidado me di un baño y salí del cuarto, a tientas llegué hasta el barandal de las escaleras, no voy a mentir, tenía miedo de volver a caer. En eso oigo una voz agradable. _Señorita.... No sé mueva, ahora subo por usted!!! Yo solo quiero llegar a la cocina _Dije apenada. _Eso no es necesario, yo misma le llevaré su desayuno hasta la mesa, vengas es por acá. Con toda la paciencia del mundo los empleados uno a uno se fueron presentando con forme pasaba la mañana. Y me iban diciendo donde quedaba cada habitación en el lugar, Alan tuvo que salir de prisa ya que había problemas en su empresa. Ya más confiada, y tranquila me diriji a la
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