Capítulo 164. Calma paralizante.
Los nervios en Salomé fueron desapareciendo poco a poco. No la estaban tratando como alguien que se debía integrar, sino como una persona que ya pertenecía a esa mesa. Le agradó ver que cada silla comenzó a llenarse, porque un par de minutos después apareció Avery con algunas carpetas que entregó a una de las muchachas de servicio para unirse a ellos. Ver a Salomé ahí le sacó una sonrisa, yendo a saludar. El tema de la boda fue el primero en saltar, y Salomé lo agradeció, porque no quería que preguntaran por temas poco gratos. —No recuerdo haber escuchado el nombre de ese diseñador— Avery arrugó el gesto ante la mención del Guille, a la vez que arrastró uno de los rollos de res rellenos a su plato. —Aunque échale la culpa a que siempre que necesito algo, mi tía Luisa sabe como resolverlo. Pero si confías en él, debe ser bueno, porque pueden juzgar mucho de tí, menos que llevas un mal atuendo. —Avery— reprendió su madre. —Disculpa, Salomé. —No te preocupes—, la mencionada
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