Aila POVEl sonido de las arcadas violentas era lo único que llenaba el lujoso baño de mármol. Me aferraba a la porcelana fría como si fuera un salvavidas en medio de un océano embravecido, mientras mi cuerpo se sacudía incontrolablemente con cada espasmo. La fuerza que había mostrado en la entrada del castillo se había hecho añicos, dejándome vacía, débil y aterrorizada.—¿Aila? ¿Qué pasa?La puerta de mis aposentos se abrió de golpe, y el sonido de pasos apresurados resonó en la habitación. Damián. Apareció en el umbral del baño, y la preocupación en su rostro era tan genuina, tan cruda, que por un segundo me olvidé de mi rabia.—¿Aila, qué tienes? Por la Diosa, ¿es el veneno? ¿Ha vuelto? —preguntó, su voz cargada con el pánico de alguien que revive su peor pesadilla.Se arrodilló a mi lado en el suelo frío sin dudarlo, apartando el pelo sudoroso de mi cara. Su tacto era sorprendentemente reconfortante, el de alguien que, a pesar de todo el dolor, estaba irrevocablemente atado a mi

Aila POVEl chillido de la piedra era un taladro en mi cerebro. Era el sonido de una mentira al ser despellejada viva, y llenaba cada rincón de la sala del trono. Varios nobles Lycan se tapaban los oídos, sus rostros perfectos contraídos por el dolor. Catalina se quedó paralizada, con los ojos violetas desorbitados de pánico mientras la piedra sobre su pecho pulsaba con esa luz roja y enfermiza. Su arrogancia se hizo añicos, reemplazada por la cruda y fea cara del terror.—¡Miente!El rugido del viejo Elder resonó sobre el chillido de la piedra, su voz frágil ganando una fuerza ancestral. Levantó una mano temblorosa y señaló a Catalina.—¡El corazón canta la canción de la falsedad! ¡Miente!Como si sus palabras fueran un conjuro, la luz roja que emanaba de la piedra se intensificó y se arremolinó, elevándose

Aila POVLa paz es un espejismo. Una fina capa de hielo sobre un océano profundo y oscuro.Se ve sólida, incluso puedes caminar sobre ella durante un rato, pero sabes que debajo, las corrientes heladas y los monstruos siguen ahí, esperando.Descubrí esa verdad en la quietud de la noche, en la inmensa cama real que ahora era mi dominio y mi prisión. El día había sido un torbellino de ceremonias, juramentos de lealtad y negociaciones tensas. Había interpretado mi papel de Reina con una convicción que me sorprendió a mí misma, con Kael a mi lado proyectando un aura de poder y Damián observando desde las sombras, un guardián silencioso cuya presencia inquietaba a la corte Lycan.Pero ahora, la noche había despojado de todo artificio.La única luz en la habitación era la de la luna que se filtraba a través de los altos ventanales, pintando franjas de plata sobre las sábanas de seda. Kaelen dormía en su cuna junto a la chimenea, un pequeño y tranquilo bulto en la inmensidad de la habitaci

Kael POV—Mi Rey, os lo ruego, reconsideradlo.La voz de Nykka, mi consejero, era una roca de desaprobación en la corriente de mi entusiasmo. Estábamos en mis aposentos privados, un espacio que se había vuelto extrañamente concurrido últimamente. Nykka estaba de pie junto a la chimenea, su rostro una arrugada máscara de preocupación.—No es el momento adecuado. La corte sigue inquieta. Lord Gregor y sus aliados esparcen veneno en cada esquina, susurrando sobre la… pureza del linaje. Forzar este ritual ahora solo echará leña al fuego.—Precisamente por eso debemos hacerlo, Nykka —repliqué, sin apartar la vista de Aila.&nb