ONYXMi día de relajación se va a la mierda apenas se va este puto.Estoy en shock. Nunca "nunca" en mi vida me habían besado así.O bueno… en realidad, nunca me habían besado. Punto.Soy la Alfa. Mis pretendientes siempre han sido cuidadosos, respetuosos, casi serviles. Piden permiso hasta para hablarme. Y sí, con el tiempo y la confianza, la relación cambia un poco… pero siempre hay límites.Ernesto, por ejemplo.Mi pretendiente “ideal”. Rubio, guapo, ojos grises, mirada intensa… todo en él debería atraerme. Pero no lo hace.Le falta algo.Ese algo que los gemelos Old Growth tienen.No me refiero a lo físico "aunque joder, están buenísimos". Hablo de cómo me miran, de cómo me desafían. Como si no les importara que pudiera destruirlos en segundos.Esa falta de miedo… me desconcierta. Me excita.Y ese maldito beso de Devan me dejó sin defensas.Pero no tengo tiempo para pensar en eso.*—Alfa, la manada del norte está siendo atacada por demonios —me informa mi subalterno por el vín

DEVAN Los guardias me arrastran como si fuera un saco de papas.Esto es horrible. No. Esto es el maldito infierno.El calabozo de Vyreon huele a humedad, orina seca y desesperación. Las paredes están hechas de piedra negra, viva, como si respirara… o esperara el momento justo para devorarme. El suelo está cubierto de una capa de mugre antigua, y en las esquinas, hay cosas que prefiero no identificar. ¿Ratas? ¿Sombra viviente? ¿Los sueños rotos de otros betas? Quién sabe.Me tiran sin cuidado al piso y me sueltan los grilletes. El frío de las piedras me atraviesa como una puñalada. Me incorporo apenas, gimiendo como alma en pena, y gateo hacia un rincón. Me dejo caer ahí, maldiciendo a todos los dioses "especialmente a la diosa infernal que tengo por compañera" por castigarme así solo por… por ser encantador. ¡Por favor! Solo bromeé con el desayuno.No puedo evitar pensar en Zoren.Si esto es lo que me dieron a mí, ¿qué le espera a él, que la hizo explotar en llamas?Me acurruco,

ZOREN Por fin.Las malditas puertas de este infierno se abren.El guardia me lanza una mirada apática, ni siquiera se molesta en fingir respeto.—Largo.Eso es todo.Ni una disculpa, ni una advertencia.Ya cumplí las setenta y dos malditas horas bajo tierra como un perro rabioso.La maldita Alfa Supremo solo me alimentó una vez… por lástima, por juego, por poder.  Por Devan y sabrá que hizo para lograrlo."Eso me inquieta".Lo único que sé, es que mi estómago ruge de hambre, mis huesos duelen y mi orgullo… está hecho trizas.Camino con la espalda recta.Ni un gesto. Ni una queja.No le daré el placer de verme roto.Subo a mi habitación, me doy una ducha larga "lo más cercana a un renacimiento" y luego bajo al comedor.Como hasta que el hambre deja de doler.Luego, simplemente…Vuelvo a mi rutina.La universidad.Las clases.Pretender que soy un

ONYX Despierto.El calor de una respiración tranquila y un aroma que me estremece me envuelven. No necesito abrir los ojos para saber quién está a mi lado. Su brazo reposa sobre mi cintura, como si me hubiera acariciado hasta quedarse dormido. No recuerdo en qué momento llegué a mi habitación, pero aquí estoy… y puedo olerlo.Abro los ojos lentamente.Ahí está. Su rostro perfilado, la barba corta que cubre su mandíbula, ese cabello algo rebelde. Se ha quitado la camisa. Solo lleva puestos sus pantalones y me abraza, o al menos su brazo lo hace.Recuerdo… o intento recordar. Creo que me dormí en sus brazos.La verdad, nunca había sentido algo así.Anoche, cuando todo en mí pedía un refugio, cuando estaba exhausta, agotada, emocionalmente drenada… él simplemente me sostuvo. Me arrulló. Me envolvió con esa ternura que no sabía que necesitaba. Me dominó, me protegió, me cuidó. Y yo… solo cerré los ojos y me r

ONYXEl agua tibia corre por mi piel y trato de aclarar mi mente, pero es inútil."Devan". Devan está ahí, en cada pensamiento, en cada suspiro. Su voz, su aroma, su forma de mirarme como si el mundo fuera mío.Eko no para de moverse dentro de mí, excitada, inquieta, expectante.-"Está cerca".- Dice.Me envuelvo en la bata, salgo del baño y antes de llegar a mi tocador, alguien toca la puerta. Pero no hace falta preguntar quién es.Lo siento. Lo huelo. Lo deseo.-¿Qué haces aquí? -pregunto, apenas con la mente, mientras acerco los pies a la puerta.-Quise ver a mi mandarinita. Te traigo un presente.-¿Un presente? ¿Qué es?-Ábreme y lo sabrás.Le abro.Allí está, con las manos llenas, el cabello despeinado por el viento y esa sonrisa que me dobla las rodillas.-Estás hermosa -me dice.-Gracias... tú también estás muy guapo -respondo en voz baja, sintiéndome estúpi