La madrugada se había asentado sobre Crestview con una brisa cálida que anunciaba el pleno verano. Las calles a las afueras del Oblivion Lounge estaban desiertas, tal vez debido al descenso de la temperatura, iluminadas solo por la luz naranja de los faroles que proyectaban sombras alargadas sobre el pavimento.Emilia salió del club después de su turno, sintiendo el cansancio acumulado en cada fibra de su cuerpo; mucho mayor que otras noches, después de la inesperada visita de Alexander en los vestidores.Pasó su turno pensando en la propuesta de quedarse con él. Aunque comprendía a la perfección la necesidad de un lugar seguro, en el fondo sentía una resistencia casi patológica contra la idea de convivir más de lo necesario con Sidorov.«No puedo depender de él» pensó con frustración. «No puedo arriesgarme a engancharme a ese h

El auto cayó en un silencio pesado. Sus palabras no solo eran realistas, sino la primera vez que él le explicaba claramente dónde estaba parado. Emilia, impactada por su crudeza, lo miró desafiante pero no dijo nada. ¿Qué podía decirle? Ella misma tampoco era una buena persona, en el fondo siempre estaba sopesando qué iba a hacer si el hombre detrás de la desaparición de su hermana no iba a pagar sus culpas en prisión porque tenía el dinero y el poder para minimizar todo.¿Tomaría justicia por su propia mano?¿Sería capaz?Si lo hacía… ¿entonces qué la hacía realmente diferente a Alexander Sidorov?La tensión entre ambos era palpable, cargada de emociones contenidas y recriminaciones no dichas. Alexander se recostó nuevamente en su asiento, recuperando la compostura, pues en ese momento estuvo a punto de decir y hacer peores cosas.Haberla visto tan cómoda al lado de Miguel Rivas despertó un monstruo que clamaba sangre. El que se hubiese subido al auto con tanta resistencia en sus oj

A Emilia no le llevó demasiado tiempo tomar una decisión. De hecho, desde el momento en que Alexander le propuso ayudarle directamente, incluso si era una trampa, ella había aceptado silenciosamente.Su oposición a él se debía a su deseo de no verse tan urgida, no quería otorgarle más poder del que ya tenía, así fuese algo fútil, luchar contra Sidorov era inevitable siempre que recordase que no estaba en ese lugar para complacerlo, sino para hacerle justicia a su hermana.Durante el desayuno, pareció que las cosas habían vuelto a su estado normal, la conversación de la noche quedó relegada al pasado y ambos actuaron como si hubiesen llegado a un acuerdo tácito.—Esta noche empieza un nuevo grupo de chicas, una cuarta parte de ellas son camareras —explicó Alexander, después de haberle dado un sorbo a su café—. Katerina te asignará como entrenadora, eso te dará la oportunidad de acercarte a Anya.—¿Qué debo buscar? ¿A qué debo estar atenta?—A todo… no te enfoques en nada particular —re

Durante las siguientes dos semanas Emilia se dedicó a hacer su trabajo. Siguiendo el consejo de Alexander, mantuvo la calma y fue paciente, tomó nota de lo que encontró extraño o fuera de lugar, sin enfocarse directamente en Ana. Anya resultó ser una mujer excepcionalmente profesional, y a diferencia de Katerina, cada interacción siempre se hizo en un marco de relativo respeto.Emilia reportaba todas las noches sus hallazgos, llamadas telefónicas que logró escuchar, fragmentos de conversaciones ambiguas y una lista de caballeros con los cuales interactuó de forma distinta aunque a simple vista pareciera que solo atendía de manera usual.Alexander escuchaba sus descubrimientos mientras la arrastraba a la cama. Ella aceptaba con la esperanza de que con el paso del tiempo disminuyese su deseo y que el extraño apetito que sentía por ella se extinguiese lo más pronto posible; sin embargo, parecía que el rubio no se cansaba de su cuerpo, por el contrario, era cada vez más intenso, más compu

La reunión continuó, las conversaciones cambiaban de un tema a otro, manteniéndose siempre en el mismo eje: los negocios.A pesar de que más de la mitad de las mujeres que iban de acompañantes parecían ser escorts profesionales, había unas cuantas que, como Emilia, iban bien vestidas y del brazo de caballeros que procuraban dejar en claro sus posiciones. Eso dividió la sala a medida que pasó el tiempo, pues las conversaciones se centraban en temas comunes de sus propias esferas de acción.Para la pelinegra, el mejor lugar y el único en el que parecía encajar era al lado de Alexander Sidorov. Sin embargo, la fricción entre Alexander y Viktor se hizo cada vez más evidente. Después de varios vasos de licor, comenzó a lanzar insinuaciones veladas sobre la capacidad de Alexander para manejar sus asuntos, mencionando rumores sobre un traidor en sus filas.Cu