Lo empujé suavemente hacia la puerta.—Ve pronto. Daniela te está esperando.Antes de que pudiera decir algo más, cerré la puerta, bloqueando su mirada.En el instante en que la puerta se cerró, la sonrisa amable que llevaba en los labios se desvaneció, dejando solo una expresión vacía.Siete días más, dejaría de esperarte.Como ya me imaginaba, Leandro no regresó en toda la noche.Aún estaba recostada en la cama, perdida en mis pensamientos, cuando alguien abrió mi puerta sin llamar.No era Leandro quien entraba, sino la mayordoma de la Familia de Toro.—La señora ordena que lleve a León a la mansión principal hoy —dijo con una frialdad que cortaba el aire.La matriarca de la Familia de Toro, la madre de Leandro, siempre me había despreciado y sus sirvientes, fieles reflejos de su ama, me trataban como a una molestia.Al llegar a la mansión, comprendí por qué estaban todos reunidos. Leandro, desaparecido toda la noche, estaba plantado junto a Daniela, con una mano posada so
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