Su cuerpo temblaba, sus ojos parpadeaban sin control y sus caderas se sacudían mientras la llevaba al límite.La mantuve ahí, apretando más mi agarre en su cuello. Sabía que la estaba llevando al extremo, pero también sabía que estaba segura conmigo, que no la dejaría ir demasiado lejos.Y entonces, con un grito final, se dejó ir.—Así es —dije—. Déjame sentir cómo te desmoronas.Sus ojos se voltearon, mostrando solo la parte blanca, y su cuerpo comenzó a temblar violentamente. Esos músculos internos me apretaron con una fuerza que era casi dolorosa, pero de la mejor manera posible. Su cuerpo se arqueó contra el mío, con su espalda curvándose hermosamente. Estaba demasiado perdida para luchar contra la sensación de la sangre corriendo hacia abajo, las olas de euforia cercana a la muerte.—Joder, Solana. —Sisee mientras sentía como si mi verga fuera a ser aplastada.Su cuerpo continuó ordeñándome, la sensación me volvía loco. Ya no podía contenerme más, así que me hundí en ella una y ot
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