POV Isabella.La conversación con Jeremy encendió una chispa en mi interior de la que no era consciente. Sus palabras, la firmeza de su mirada y la honestidad con la que habló de Elara me proporcionaron la claridad que llevaba tiempo buscando.No podía esperar más para tomar una decisión. El bebé se movía con más fuerza cada día en mi vientre, anunciando la vida que crecía en mí y la responsabilidad que conllevaba.La mañana siguiente en mi apartamento el ambiente era tan opresivo como de costumbre. Mis padres, Carlos y Rosa, desayunaban en silencio, sumidos en la desazón por los últimos acontecimientos de Joseph y la quiebra de la corporación.Los vi sentados, pequeños y perdidos en la inmensidad del comedor, y me di cuenta de que su anhelo de prestigio y seguridad externa había envenenado mi propia paz.Tomé una respiración profunda, sintiendo el peso de mis próximas palabras, pero también una oleada de liberación.—Mamá, papá —comencé—. Mi voz sonó más segura de lo que esperaba y c

POV Jeremy.Las semanas pasaban volando. Elara y yo pasábamos la mayor parte del tiempo en reuniones y llamadas, supervisando el rápido crecimiento de «Renacer Trading Group».Habíamos cerrado una inversión trascendental con un consorcio asiático que iba a catapultar nuestra empresa a un nuevo nivel de influencia global.La celebración fue modesta: un brindis en mi despacho al final de una jornada agotadora, pero la satisfacción era inmensa.—Jeremy, esto es extraordinario —dijo Elara mientras levantaba su copa de champán. Sus ojos, siempre atentos, reflejaban una genuina admiración. —Has superado todas las expectativas. La corporación Walton se está desmoronando y tú estás construyendo un imperio sobre sus cenizas, sin rencores.—No hay tiempo para rencores cuando hay tanto por construir —respondí, aunque la verdad era más compleja.La victoria sobre Joseph era dulce, pero a menudo mi mente divagaba hacia Isabella y el futuro que le esperaba a ella y a nuestro hijo.Se dio cuenta de

POV Isabella.El local de Serenidad Eventos & Diseño comenzó a cobrar vida. Heidy y yo estábamos sumergidas en los preparativos del evento de Marta Rojas: el aniversario de sus padres. Era nuestro primer gran proyecto y se notaba la presión, pero también la emoción.—Isabella, ¿crees que este tono de azul es demasiado fuerte para los arreglos florales? —preguntó Heidy, sosteniendo una muestra de tela contra un boceto. La pequeña oficina estaba abarrotada de muestras, planos y listas de proveedores.Me acerqué para echar un vistazo.—No, Heidy, creo que es perfecto. Queremos que la serenidad del nombre esté presente, pero con un toque de alegría vibrante. Este azul le dará elegancia sin resultar abrumador, especialmente combinado con los blancos y los toques dorados que elegimos.Los días se convirtieron en una vorágine de actividad. Llamadas a floristas, degustaciones con el catering, visitas al lugar del evento, una finca campestre en las afueras de la ciudad con vistas espectaculare

POV Isabella.La calma que había logrado construir se veía perturbada de nuevo. Las noticias sobre Jeremy y Elara Rostova, con fotografías de ambos saliendo de una tienda de bebés, se habían propagado como un incendio forestal.Heidy había intentado restarle importancia, pero cada titular y cotilleo me golpeaban con fuerza y hacían aflorar viejas inseguridades.Justo cuando empezaba a considerar la posibilidad de que Jeremy hubiera cambiado, la prensa lo relacionaba públicamente con otra mujer y con el tema de nuestro hijo.Cuando sonó el timbre, mi corazón se aceleró. Sabía quién era. La señora de la limpieza me había avisado de que Jeremy había llamado para pedir permiso para venir.Abrí la puerta con una expresión impenetrable, una máscara de frialdad para ocultar la confusión y el dolor que sentía.Jeremy estaba allí, con las manos llenas de bolsas de una boutique de bebés; su rostro reflejaba una mezcla de preocupación e incomodidad.—Hola, Isabella —dijo, y su voz era más suave

POV Omnisciente.Mientras Jeremy e Isabella experimentaban la alegría más pura en la clínica, la noticia del nacimiento de Daniel viajaba por canales mucho más oscuros.Joseph Walton, sumido en su estudio y con el dolor en el pecho aún latente, recibió una llamada de Ricardo Méndez.—Joseph, la Clínica Medical Center acaba de registrar un nacimiento —informó Ricardo con cautela. —Un varón. El hijo de Isabella y Jeremy.Un silencio espeso se instaló en la línea; Joseph se quedó inmóvil. No era el hijo de Jeremy y Elara; la noticia anterior era falsa. Pero este... este era su nieto, su propia sangre.Una mezcla de resentimiento y una extraña aflicción por un orgullo no deseado lo invadió. Jeremy había ganado de una forma que Joseph no podía aceptar.—¿Estás seguro? —preguntó Joseph, cuya voz no era más que un susurro tenso.—Confirmado, Joseph. Todos en la clínica lo saben, la noticia es fidedigna.Joseph colgó, ignorando la punzada en su pecho. Su primer impulso fue la rabia: ¿por qué