Shane RobinsonNo es mi intención ser un cabrón esta noche, me estamparía contra una pared antes de hacer sentir mal a Ivy, pero no puedo contenerme esta vez.Las verdades están siendo puestas sobre la mesa, y esta es una de ellas. La sospecha de que Aston había sido parte de la partida de Ivy siempre estuvo, desde que hace cuatro años vi la cuenta a donde fue enviado el dinero. Años después Ivanna misma me confirma que sí estaba con él, quizá no como yo lo venía imaginando, pero fue suficiente para confirmar que algo tuvo que ver.Ivy acaba de decir algo importante, aunque creo que siquiera sabe el peso de lo que acaba de decir. Sean tenía mi móvil ese día, cuando Viena llamó para corroborar la información, le dijo mentiras y luego, como un salvador de brillante armadura, apareció la única persona que podía sacarlas de la ciudad.Aston.Alguien que no tengo duda alguna que fue parte de la trampa. Porque el dinero que supuestamente había exigido Ivanna, y del que no tuvo idea hasta ho

Ivanna TaylorComienzo a temblar por dentro cuando el taxi se detiene frente al edificio donde Shane y yo queríamos compartir una vida juntos. Los ojos de él están todo el tiempo encima de mí, viendo mi reacción, asegurándose de que todo está bien conmigo. No ha soltado mi mano desde que salimos del restaurante y por lo visto, tampoco lo hará ahora.Cuando esta noche salí del apartamento donde vivo con Viena y mi pequeño, no pensé que terminaría yendo a la casa donde, la última vez que estuve, me tocó firmar un acta de divorcio. Y todo eso se acumula en mi interior, es una mezcla entre nostalgia, sensación de pérdida y una esperanza que creía perdida. —¿Sigues viviendo aquí? —pregunto con voz ronca cuando entramos al edificio. Shane se ha mantenido en silencio, dejándome asimilar todo.Caminamos hasta el ascensor, y cada paso que doy es como regresar al pasado. Mis recuerdos de entonces se combinan con mi presente y la euforia que empieza a calar mis huesos es imparable.—Nunca hice

Ivanna Taylor—¿Por qué estoy haciendo tortitas a las cuatro de la mañana?  —pregunta Shane mientras echa un poco de mezcla en la sartén.Me río, viéndolo desde la banqueta, y con mis brazos apoyados en la isla de la cocina. Admiro a mi hombre, que resulta todavía es mi esposo, solo llevando joggers y un paño acomodado en el hombro.Nada más.Shane siempre ha sido hermoso. Su piel blanca, en contraste con ese cabello suyo tan negro y el color azul de sus ojos, lo hacen ver imponente, masculino y elegante a la vez. Su altura, por encima de la media, es un plus que siempre me gustó de él.Pero en estos cuatro años él ha mejorado mucho. Está más fuerte, más definido. Los músculos de sus brazos se mueven cada vez que bate la mezcla, cada vez que acomoda las tortitas con la espátula y cada vez que hace cualquier

Ivanna TaylorHay algo adictivo en ver cómo una persona pierde el control. Después de tanto tiempo aguantando, soportando y tragando, es casi una experiencia religiosa ver que todo encaja en su lugar al fin. Más todavía cuando esa persona es Veronica Allen, mi encantadora madrastra; esa bruja envuelta en ropa de lujo y perfume caro.En cuanto cruzo la entrada de la casa, sola para impactar más, la atmósfera cambia. Y lo saboreo.Mi padre está al pie de las escaleras, pero es Verónica la que al verme baja los escalones como un huracán, y por el destello en sus ojos tirantes, juro que puede oler la desgracia antes de verla.Su desgracia. Yo.Su barbilla se alza apenas un milímetro, lo suficiente para que su nariz de superioridad intente aplastarme como hace años. Como tantas veces lo hizo cuando era solo una niña indefensa y triste. Como tantas veces se burló,

Shane Robinson—¿Cómo te sientes? —pregunto a Ivanna, ya en el auto, porque se ha mantenido en silencio desde que salimos de la casa.Sus ojos verdes conectan con los míos por un segundo. Una media sonrisa se muestra en sus rosados labios.—Me siento conforme. Sé que viene lo más difícil y que probablemente esto haya sido solo provocar al avispero, pero ser testigo de esto... no podía perdérmelo. —Le sale una risa nerviosa con eso último—. No esperaba que Veronica se viera tan descontrolada. Me había preparado para su eterna manipulación, para esa actitud que asumía a mi alrededor, no sé... cualquier cosa menos verla perder el control así. Sigo atendiendo al tráfico, pero no puedo evitar decirle lo que creo.—¿Has escuchado la historia del elefante encadenado? Ivy se queda en silencio un momento, la miro y la veo mordiéndose el labio. Asiente. —Si me lo preguntas, esa metáfora te retrata perfectamente. Creciste sintiéndote indefensa, pero esa indefensi