POV AlecAmo sentir a mi mujer… la razón de mi vida.Ella, la que le da sentido a cada latido, la que con solo mirarme apaga mis dudas, disuelve mis temores y aquieta todo el caos que llevo dentro.Mi princesa Mérida… mi equilibrio, mi punto de calma en medio de esta guerra que nos rodea.Ahora estamos juntos en esta nueva cruzada… un camino donde cada paso será una batalla y cada mirada, una promesa de no soltarnos.Han estado jugando con nuestros sentimientos. Aún no sé quiénes han participado en este despiadado juego que ha hecho llorar a mi pelirroja… y cada lágrima suya me quema como ácido sobre la piel.Ver esos ojitos derramando lágrimas mientras me reclamaba por mi ausencia, por mi lejanía… fue como si me arrancaran el alma a tirones. Yo, que no he hecho otra cosa que amarla, me sentí de pronto un extraño en su corazón.Yo… que incluso llegué a dudar de su integridad. Y ese pensamiento me golpea ahora como una traición que me hice a mí mismo.FlashbackEmi… mi princesa Mérida…

POV Leandro.La vida de Alec es una puta pesadilla sin final.Cuando parece que puede respirar, llega otra mierda a aplastarlo. No hay paz. No hay luz… solo ese peso constante en el pecho que le recuerda que aquí no se sobrevive, apenas se aguanta.Y eso pasa desde que Amet lo reconoció como su hijo… el heredero del trono de Catar. Aunque Alec haya renunciado y se niegue a aceptarlo, con la muerte de Alí se convirtió en el único con una línea directa al trono.Ese es el malditø origen de todo su caos. Un título que jamás pidió, pero que lo persigue como una sombra pegada a la piel, asfixiante, imposible de arrancar.El verdadero problema es descubrir quién mueve los hilos: su “amada” madrastra, el “respetable” consejo, algún otro “líder” político… demasiados con motivos, demasiadas personas con la ambición suficiente para verlo caer.Y ahora, a pocas horas del lanzamiento oficial de la línea de maquillaje de Emilia en Milán, la incertidumbre nos carcome con cada segundo que pasa.Aunq

POV Xavier. La mâldita de Roxana creyó que podía escapar de mí. Pobrecita… realmente no entendió que yo soy como un dios: omnipresente, omnipotente y despiadado. Tengo poder absoluto y jamás suelto lo que considero mío. Sí, tuve que gastar algo de dinero para dar con ella y con el imbécil que se atrevió a ayudarla… pero cada centavo valió la pena. El juego de la cacería me excitâ: sentir el olor del miedo, seguir huellas invisibles, imaginar sus ojos mirando hacia atrás con pánico. Pero la captura… oh, la captura es mi momento favorito. Verlos emocionados, abrazándose, convencidos de que todo terminó… creyendo que han logrado burlarse de mí. Escuchar sus risas, esas malditas carcajadas como si el mundo les perteneciera. ¡Qué ingenuos! No saben que esa felicidad es apenas un espejismo, un último aliento antes de que mi furia y mi odio se lo arranquen. "¡Ja, ja, ja! Amor… ¡qué estúpidos!" Los dejé creer que se habían salido con la suya. Que habían burlado al mayor depre

POV Sarahí.Han pasado ocho meses desde que mi hijo murió.Ocho meses… ocho malditos meses en los que su ausencia me ha devorado viva, consumiéndome hasta los huesos.Cada amanecer sin él es veneno: un fuego lento que me corroe las entrañas, que me envenena el alma, llenándome de un odio feroz con cada respiro.El vacío que dejó no es solo su cuerpo ausente… son sus risas, su voz, sus pasos que ya no volverán. Es ese eco maldito que se repite en mi mente una y otra vez, como un tormento del que no logro despertar.En este tiempo, el poco amor que alguna vez le tuve a Amet se pudrió en mis venas. Fue arrancado de raíz sin piedad, y en su lugar solo quedaron amargura y rencor.Ya no queda ternura. Ya no queda nostalgia.Solo la furia silenciosa de una madre rota, que no olvida, que no perdona, y que jamás lo hará.Nunca le perdonaré haberme arrebatado a mi Príncipe. Mi León.Ese malditø puede negarlo, jurar una y mil veces que no fue así… pero yo lo sé, y nada logrará engañarme.Él elig

POV AmiraEstoy con Thiago en el sillón, devorándonos sin pudor. Nuestros cuerpos se buscan, se enredan, se pertenecen. Él sabe cómo llevar a una mujer al límite, cómo hacerme gritar y estremecer hasta perder la razón.Montada sobre él, mis caderas se mueven con desesperación, mis manos lo ahorcan mientras mis gemidos llenan la habitación como los de una perra en celo. La pasión me arrastra, me consume… hasta que un ruido rompe el momento.La puerta se abre de golpe. El sonido me atraviesa como un disparo. Nuestros cuerpos se congelan, mi respiración se corta en seco y siento cómo la sangre se me hiela en las venas.Ahí está Baza. De pie, imponente en el umbral, como una sombra que se adueña de toda la habitación. La pistola en su mano brilla bajo la luz tenue, un destello metálico que corta el aire como una amenaza silenciosa.Su mirada… Alá, su mirada ya no me pertenece. No queda ni un rastro del hombre que me envolvía con ternura, del que me juró amor eterno con palabras que alguna